Hoy más que en cualquier otro tiempo, ser solidario es tributar, fortalecer al Estado. Desfinanciar al Estado es atacarnos nosotros mismos.
Vivimos momentos excepcionales y lo que estamos viendo en la Argentina y en el mundo entero es que solamente el Estado es capaz de hacerse cargo de todo este desastre. Por eso mismo, como ciudadanos inteligentes y en defensa propia, debemos fortalecer al Estado más que nunca.
Pero ¿de qué manera?, los que podemos, los que todavÃa no hemos sufrido ninguna merma en nuestros ingresos, pagar los impuestos como lo hacÃamos habitualmente (sin pandemia) y si es posible, adelantar el pago en relación a la fecha que lo venÃamos haciendo.
La recaudación tanto a nivel nacional provincial como municipal ha caÃdo entre un 40% y un 50% según mencionan en las diferentes jurisdicciones. Sin embargo, ahora al Estado se le exige que asuma, y lo hace, mayores responsabilidades materiales derivadas de la pandemia, como: pago de salarios o parte de ellos al sector privado, transferencias a trabajadores precarios y/o monotributistas, asistencia a comedores etc., mientras que al mismo tiempo se le pide baja de impuestos, baja de aportes patronales, postergación de vencimientos, condonación de intereses, o sea, baja de todo aquello que lo financia y sostiene y al mismo tiempo, se lo fustiga por usar la maquinita de emisión.
¿Cómo se puede hacer cargo de todo y más sin fondos para hacerlo?
Todas las noches asistimos al espectáculo maravilloso de los aplausos a nuestros trabajadores de la salud. La emoción de la coreografÃia perfecta de lo colectivo. Fantástico, es estimulante y gratificante pero no basta. Esta gente cobra sueldos que, en su gran mayorÃa salen de las arcas del Estado. Debemos pagar impuestos para que el Estado siga pagando estos más que merecidos salarios.
Los adultos mayores son el grupo de mayor riesgo, necesitan seguir cobrando sus magras jubilaciones. Las fuerzas de seguridad lo mismo. Una vez más, siempre, el Estado.
Se le exige al Estado cumplir su deber, hacerse cargo, respetar la institucionalidad. Nuestra respuesta también debe ser institucional y no caritativa. No podemos exigir derechos y responder con donaciones y aplausos únicamente. Tenemos obligaciones que claro, son proporcionales. Esto es, según nuestra posición material relativa o que el esfuerzo no sea igual para todos.
Y en este sentido lo antes mencionado no implica un cheque en blanco para el Gobierno, gestor del Estado. En el marco de nuestras obligaciones y derechos, debemos exigirle inflexibilidad impositiva para con aquellos que más tienen y también un tributo patrimonial extraordinario a las mayores riquezas del paÃs. Si el sector privado más poderoso desea “donar†que lo haga, pero que el esfuerzo sea mayor al del ciudadano de a pie. Más que nunca se necesita progresividad fiscal.
También ser inflexible con aquellos que integran las fuerzas de seguridad y que interpretan su labor en esta situación de pandemia como “zona liberadaâ€.
Buena parte del sector privado más concentrado, supermercadistas, mayoristas, grandes empresas industriales y constructoras, grandes productores de alimentos, cadenas farmacéuticas etc. ha respondido con la agenda de siempre: incrementar sus ganancias o preservarlas, despidiendo personal y por supuesto pidiendo al Estado eximición del pago de impuestos. Todo esto de una manera muy reñida con la legalidad y claramente nada ética: aumentando injustificadamente precios, escondiendo y desabasteciendo los productos que fabrica o revende, etc.
La Responsabilidad Social Empresaria brilla por su ausencia y se convirtió en un sello vacÃo (si es que alguna vez tuvo real contenido).
El Estado deber ser implacable: más inspecciones, más clausuras, mayor severidad con los poderosos que evaden, desabastecen y echan trabajadores. No se puede ser inflexible con el ciudadano irresponsable que viola la cuarentena iniciándole un proceso penal y simplemente ordenarle retrotraer precios a quienes lucran con la tragedia.
Acompañando esta agenda se suman algunos sectores polÃticos y sociales reclamando un recorte de la polÃtica, que los polÃticos se bajen el sueldo.
Como se viene diciendo, ciertos sectores privados concentrados despiden personal, rebajan sueldos, aumentan precios desmesuradamente, desabastecen el mercado de esenciales ¿y la solución a esto es recortar los ingresos de los polÃticos?
El apoyo a las medidas adoptadas por el Gobierno nacional y los subnacionales oscilan entre el 85% y el 94% según diferentes encuestas. Semejante apoyo no se puede interpretar como disconformidad con la clase polÃtica.
¿Podemos confiar en la mano invisible del mercado que, en el medio de una tragedia se comporta de esta manera?
Hoy más que en cualquier otro tiempo, ser solidario es tributar, fortalecer al Estado. Desfinanciar al Estado es atacarnos nosotros mismos. Es necesario más que nunca la mano visible del Estado.
(*) Especialista en Registros Administrativos y técnico de INDEC