BBC Mundo publicó el testimonio de un joven de Ucrania que prefirió mantener su anonimato.
La violencia intrafamiliar se ha transformado en un dolor de cabeza para las autoridades en medio de esta pandemia de coronavirus. Pero son pocos los casos de hombre vÃctimas de la violencia de sus parejas mujeres.
La gran mayorÃa de las denuncias sobre violencia doméstica proceden de mujeres, un tercio de todas las mujeres y niñas experimentan violencia fÃsica o sexual en algún momento a lo largo de sus vidas, según estadÃsticas de la ONU.
Este lunes, BBC Mundo publicó el testimonio de un joven de Ucrania.
"Yo no sé si mis amigos sospechan algo. Todo parecÃa maravilloso desde afuera: sonrisas, amigos, mucho dinero, alegrÃa y confianza. Viajamos juntos por medio mundo.Yo no tenÃa nada que temer mientras viajábamos: ella no me harÃa daño en frente de otras personas. Lo más importante era evitar estar a solas con ella", comienza su testimonio.
"Apenas recién me di cuenta de que mi exesposa estuvo violándome durante 10 años. Ira fue mi primera mujer. Nos conocimos cuando tenÃamos veintipocos años. Ella dio el primer paso y me invitó a salir. Mis padres me habÃan dicho que yo tenÃa que mudarme inmediatamente después de que empezara a salir con alguien. En otras palabras, comenzar una relación significaba renunciar a la familia y a tener un techo sobre mi cabeza. En un dÃa tenÃa que perderlo todo. Daba miedo. Por ello, yo solamente podÃa permitirme tener una relación cuando hubiera ahorrado suficiente dinero como para vivir de forma independiente", continúa el ucraniano.
"Para colmo, mi madre se avergonzaba de mà y de mi apariencia. Yo tenÃa una autoestima muy baja. Mis primeros intentos en tener relaciones sexuales fueron con Ira y, en aquella época, yo los querÃa. Sin embargo, no eran tan normales: era doloroso y agresivo. Nuestro primer encuentro sexual duró unos cinco horas y cuando terminó yo tenÃa dolores por todos partes".
"Yo tenÃa demasiado trabajo y querÃa descansar pero ella empezó a exigir que tuviéramos sexo. Yo accedà la primera vez, la segunda… Ella decÃa 'lo quiero, lo necesito, asà que tienes que hacerlo, vamos, he esperado mucho tiempo'. Yo le respondÃa "no, no quiero, necesito descansar, estoy agotado. Entonces, ella me pegaba y ya no habÃa nada que yo pudiera hacer. Ella me arañaba hasta que yo sangraba, me daba puñetazos. Ella nunca me dejaba marcas en el rostro, solamente me hacÃa daño en las partes del cuerpo que podÃa cubrir con ropa: mi pecho, mi espalda, mis manos. Yo no me defendÃa porque pensaba que golpear a una mujer era agresivo y estaba mal. Asà fue como me educaron mis padres", concluyó el joven a BBC Mundo.
Fuente: BBC Mundo
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