En 1976, durante el lanzamiento de un programa que lo tenĂa como protagonista, se presentó un sketch en el que se sugerĂa que el humorista habĂa muerto. Las repercusiones, el escándalo y las consecuencias de un supuesto chiste que escaló y movilizó al paĂs
Acaso haya sido nuestra módica Guerra de los Mundos. Y Alberto Olmedo, nuestro Orson Welles. Todo duró algo menos que un minuto pero el impacto fue enorme. Una pequeña psicosis colectiva. Llantos, gritos, teléfonos colapsados, tristeza colectiva y hasta algún desmayo. La aclaración fue inmediata. Pero mucha gente ya no quiso escuchar y prefirió no entender que se trataba de una broma. Luego llegaron las disculpas, los enojos, los despidos. Pero ese 4 de mayo de 1976 cerca de las 20.30, Alberto Olmedo produjo una conmoción histórica en la historia de la televisión argentina.
Era el inicio de la cuarta temporada de El Chupete, el programa humorĂstico que encabezaba Olmedo. En las notas previas, el actor se mostraba ilusionado y destacaba en especial dos sketches. Uno describĂa una reunión de amigos que terminaban a las patadas (el mismo mecanismo que se utilizaba en Polémica en el Bar) y el otro sobre alguien que se creĂa vivo y era profundamente tonto.
El de los programas humorĂsticos era, por entonces, un género nutrido. Pero casi todos ellos adolecĂan de los mismos problemas. La reiteración (semana a semana se repetĂan los segmentos que siempre tenĂan el mismo esquema y remate, como si nadie quisiera sorpresas; habĂa que estar familiarizado con el objeto de risa), la debilidad de los guiones, la nula puesta en escena y la crĂtica por parte de buena parte de la prensa de ser soeces, aunque para los parámetros actuales pecaran de inocentes.
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Olmedo anunciaba que ese año volverĂa al estilo que habĂa abandonado cuatro años atrás, es decir, el que habĂa mostrado en televisión hasta 1972. Los guionistas de El Chupete habĂan sido Juan Carlos Mesa y Jorge Basurto, dos libretistas tradicionales que escribĂan guiones estructurados, que no dejaban demasiado a la improvisación y con muchos años en el medio. Para la temporada 76, el rosarino habĂa elegido al dramaturgo Oscar Viale y a Humberto Ortiz, que no era otro que el actor que interpretaba a Coquito, su ladero cada vez que se ponĂa en la piel del Capitán Piluso. Con nuevos autores, y con el agravante de que uno de ellos fuera su amigo del alma, Olmedo avisaba que volverĂa a las andadas. Eso significaba mayor improvisación, menos letra estudiada y mostrar los entretelones de un estudio de grabación: interrumpir a los actores, jugar con los camarógrafos, develar el lado de atrás de las escenografĂas, hablar con el público. La competencia era fuerte. En el mismo horario en Canal 7 estaba uno de los fenómenos de esos años: La Pantera Rosa.
En esa búsqueda al equipo creativo se le ocurrió una apertura de temporada original, algo que nadie habĂa hecho nunca.
Ese miércoles 4 de mayo de 1976, a las 20.30, en el momento en que debĂa empezar una nueva temporada de El Chupete, apareció en cámara un joven locutor de Canal 13, Jorge Nicolau, con traje, un papel en la mano, brindando un flash de noticias. En esa época, esas apariciones de periodistas del noticiero sucedĂan en ocasiones muy especiales, y por lo general era para dar malas noticias.
âEn este horario y por este canal debĂa salir al aire hoy el primer programa del año de El Chupete. Infortunadamente eso no será posible, debido a la desgraciada circunstancia de que su protagonista, Alberto Olmedo ha desaparecido. Este hecho nos ha llenado a todos de consternación. Sorpresivamente su familia, sus amigos, sus compañeros, el paĂs todo, se ve privado de la presencia fĂsica de quien tanto quiere. Olmedo, el Negro Olmedo, ha hecho esta vez un viaje inesperado que terriblemente, por primera vez, no causa gracia. El Negro se ha ido. No tenemos más palabras Guardémosle cariñoso respeto viendo uno de los últimos programas del año pasadoâ.
El texto evidentemente fue escrito por Oscar Viale. Imita a la perfección el tono solemne en que se comunican las noticias en esos tiempos y hace malabares con la palabra para no anunciar explĂcitamente la muerte de Olmedo, pero para darlo por entendido. Tal vez con ese ardid supusieron que si todo se desmadraba estarĂan a salvo de sanciones.
Luego de esta alocución de 35 segundos, se dio paso a los tĂtulos de apertura de la temporada pasada del programa. Pero menos de 20 segundos después, estos se cortan abruptamente. Olmedo ingresa corriendo al estudio, agitado y urgido. Ve a sus compañeros probarse alguna de sus ropas. Enojado les dice: âÂĄSe lo creyeron, eh! Pero che, ÂżNo se puede llegar un poquito tarde acá?â. Luego hizo uno o dos chistes más, mostró la foto de sus guionistas : âPor si los ven por la calle y alguno quiere pegarle por las cosas que escribenâ y dio paso al primer sketch de la noche.
Martes 4 de mayo de 1976. Cable de la Agencia Noticias Argentinas (N.A) Despacho N° 123: Falleció hoy el conocido actor Alberto Olmedo. AsĂ lo comunicó esta noche el Canal 13 de televisión al anunciar la sus pensión del programa El Chupete que protagonizaba el malogrado artista. Olmedo habĂa asomado a la popularidad al crear el personaje del Capitán Piluso, y posteriormente se afirmó como actor cómico apelando a una espontaneidad que hallaba notable repercusión en la teleplatea. Posteriormente trasladó su labor al cine, interviniendo en numerosas pelĂculas.
El programa habĂa sido grabado la semana anterior por la tarde. En el momento de la emisión, Alberto Olmedo estaba en su camarĂn del teatro Maipo esperando para salir a escena con la revista El Maipo de Gala que protagonizaba con Jorge Porcel y Ethel Rojo y era dirigida por Gerardo Sofovich. Quiso encender su pequeño televisor en blanco y negro que tenĂa en el camarĂn pero no pudo enganchar ningún canal. El ruido de lluvia lo desconcentraba y decidió apagar el aparato para seguir preparándose para la función. No pasaron más de cinco minutos de las 20.30 cuando le golpearon la puerta. Sin esperar respuesta, el productor de la obra ingresó y le preguntó: âÂżQué hiciste Negro? La gente nos está volviendo loca con los llamadosâ. Olmedo lo miró extrañado. Repasó mentalmente sus últimos dĂas y no encontró nada reprochable en su conducta. Al menos algo de lo que la gente pudiera haberse enterado. Hasta que lo interrumpió un grito del productor: âEstán llamando porque dicen que estás muertoâ. Olmedo se sonrió con orgullo. La gente habĂa picado; la treta, el chiste habĂa resultado, habĂa logrado la repercusión esperada. Se puso contento.
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La palabra de Olmedo en una entrevista con el periodista Carlos Ulanovsky en 1976, después del anuncio de su falsa muerte (www.carlosulanovsky.com.ar)
Antes de salir del camarĂn el productor le recriminó enojado: âBoludo, no va a venir nadie al teatro si creen que estás muertoâ. A Olmedo no le importó. Pero ese estado de alegrĂa duró sólo unos minutos. Los llamados telefónicos, los periodistas en la puerta del teatro, un compañero que le preguntó qué habĂa hecho y algunas miradas de reproche le hicieron saber que la broma le traerĂa problemas.
(Breve intermedio autobiográfico: Un nene de cuatro años está frente al televisor con su hermano de ocho. Los padres se están terminando de arreglar para salir. Es la primera vez que los chicos se van a quedar solos con el abuelo, que desde que quedó viudo, hace dos meses, vive con ellos. Al de cuatro, que no está tan convencido de que los padres se vayan, lo entusiasman con el programa que va a empezar: âEs el que hace de Pilusoâ, le dicen. Pero no aparece nadie con gorro y una honda al cuello. Un periodista, serio y al borde de las lágrimas, habla a cámara. El hermano mayor deja de mirar la televisión y gira hacia los padres: âÂżSe murió?â, pregunta con intriga, sin atisbo de dolor. El de cuatro al ver la cara de asombro de los padres, la mirada que se cruzan, sabe la respuesta de inmediato. Y se pone a llorar con desesperación. La madre deja la cartera sobre la cama y lo abraza fuerte. Hasta que el padre lo agita con alegrĂa y le dice que sólo era una broma, que mirara el aparato que ahĂ estaba Piluso. El nene tardó un largo rato en entender qué habĂa pasado y en abandonar la angustia. Los padres llegaron tarde a su compromiso).
El gerente de programación del canal corrĂa por los pasillos. Todos los teléfonos del edificio sonaban al unĂsono. El de su oficina ya lo habĂa descolgado hacĂa un tiempo para que no lo enloquecieran. Entró a la cabina de locutores y encontró a Jorge Nicolau, que hacĂa el turno noche. Le ordenó que buscara un traje y se maquillara de inmediato. Que antes de que empezara el tercer bloque debĂa salir en cámara desmintiendo la situación, aclarando que sólo habĂa sido una broma, que Olmedo estaba vivo. âHabĂa un despelote bárbaro. AparecĂ en vivo diciendo que todo habĂa sido una broma del inefable Olmedo, que estaba bien, que estaba trabajando en el teatro, que no se preocuparanâ, contó muchos años después Nicolau para el exhaustivo libro homenaje editado por la escuela de periodismo TEA QuerĂamos tanto a Olmedo.
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Martes 4 de mayo de 1976. Cable de la Agencia Noticias Argentinas (N.A) Despacho N° 124: âLas autoridades del Canal 13 de televisión informaron esta noche que debido a âuna broma de mal gustoâ se dio la noticia del fallecimiento del conocido actor cómico Alberto Olmedo, en circunstancias -aclararon- que se trataba de la promoción grabada de un programa de esa estación televisiva. La noticia de la supuesta muerte de Olmedo provocó confusión en todos los medios periodĂsticos nacionales y extranjeros, ya que el mensaje difundido por Canal 13 no precisó mayores detalles, limitándose a informar sobre el presunto deceso del actorâ.
No sólo la agencia Noticias Argentinas se habĂa apresurado a lanzar un cable confirmando la muerte del actor una vez que vieron el anuncio de Nicolao. También lo habĂan hecho varias radios del paĂs, entre ellas Continental.
Los diarios del dĂa siguiente condenaron el recurso de la muerte apócrifa. ClarĂn dijo: âHay bromas que pueden ser peligrosas y algo más. Anoche alrededor de las 20.40, los teléfonos de este medio empezaron a sonar sin intermitencias. Muchas llamadas nos hacĂan saber; otras inquirĂan, con angustia, novedades sobre la presunta muerte del popular actor cómico Alberto Olmedo anunciada por Canal 13. No faltaban padres denunciando un problema conexo: consolar a sus atribulados pequeños por la inesperada desaparición del Capitán Pilusoâ. En los otros diarios no se ahorraron calificativos. Una sucinta antologĂa de las formas en que describieron el episodio: âVerdadero atentado contra la fe pública; imperdonable uso del humor negro; broma de mal gusto; una inconsciencia inédita en la televisión argentina; macabra farsa; una curiosa y deleznable manera de hacer algo distintoâ.
El cómico debió salir a disculparse de inmediato. Dio una entrevista de dos páginas en un diario y escribió una carta abierta a sus espectadores en la revista Gente. El pedido de perdón fue incondicional. No buscó excusas ni culpables, ni se victimizó. Sólo intentó explicar que intentaron hacer una broma y que no calcularon sus consecuencias. El equipo entero tuvo una actitud muy digna. Nadie esquivó las responsabilidades ni señaló a otro. âMe sentĂ muy mal después que ocurrió, culpable. Pero no en el momento en que salió al aire, quizá porque nunca me imaginé que iba a tener la repercusión que tuvo, que la gente se iba a asustar de esa manera. Fue una broma, esa era la intención, un minuto exactamente. Supongo que pareció de mal gusto, pero no lo pensamos asĂ. Prometo firmemente no sorprender con este tipo de bromas y mantenerme âblanquito y limpio como siempreââ, dijo Olmedo.
Las sanciones fueron severas. HacĂa un mes y medio que se habĂa producido el golpe militar del 24 de marzo. Las restricciones en los medios y la censura estaban rozagantes. DebĂa tronar el escarmiento, la pena debĂa ser aleccionadora no sólo para los involucrados sino también para el resto del mundo televisivo.
Se grabó el segundo programa pero nunca salió al aire. El ciclo fue levantado de inmediato y en su lugar se emitió la serie Swat. Nicolao, el joven locutor que habĂa hecho su papel a la perfección (el guión decĂa âcon el rostro serio, como tratando de evitar la emociónâ) fue despedido con causa. Lo mismo sucedió con Edgardo Borda, el director del programa. El efecto dominó también derribó al gerente de programación Gerardo Mariani, al gerente artĂstico Carlos Illiana y al guionista Oscar Viale (sólo se salvó del despido Humberto Ortiz , Coquito a quien sólo le tocó un fuerte apercibimiento, presumiblemente gracias al pedido de Olmedo para que le salvaguardaran la fuente de ingresos a su amigo). El Comfer dejó a Canal 13 varias horas sin publicidad y castigó a Radio Continental por difundir la falsa noticia
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Después del escándalo, Olmedo volvió rápido a la televisión pero no con su programa cómico. En agosto de 1976 Canal 13 lo contrató para un ciclo infantil vespertino: El Festival del Capitán Piluso
La indignación de periodistas y espectadores duró un tiempo. Varias semanas después la cuestión se seguĂa dirimiendo en el correo de lectores de las revistas. En Gente. por ejemplo, la señora Olga J.B. De Capuccio, una lectora, escribió: "Tengo rabia, mucha bronca. Considero que no debe pedir perdón al público argentino porque su chiste fue de tan mal gusto que no tiene perdón. Como padre tendrĂa que darse cuenta de que su traspié dejó muchas lágrimas en los niños, lágrimas que no se borran con el perdón. Que Dios y su conciencia lo perdonen; para nosotros usted realmente murióâ.
Olmedo volvió rápido a la televisión pero no con su programa cómico. En agosto Canal 13 lo contrató para un ciclo infantil vespertino: El Festival del Capitán Piluso. Una vez más, el éxito fue inmediato (pocas veces en la televisión un personaje trató a los chicos de la manera en que lo hacĂa Piluso, de igual a igual, sin intentar aleccionar todo el tiempo, sin condescendencia ni falso espĂritu pedagógico; el objetivo era entretener a los chicos, y lo lograba con creces). Sin embargo, en ese ciclo tampoco logró esquivar la polémica. Los tiempos no estaban para osadĂas ni para salirse del molde. Según cuenta Jorge Nielsen, el notable historiador de la televisión local, en La magia de la televisión argentina 3, un pequeño paso de comedia en el que se disfrazó de mujer le trajo un nuevo apercibimiento. El 12 de septiembre de 1976, el diario La Nación dijo: âEncontró que podĂa ser divertido disfrazarse de mujer para remedar a una conocida cantante italiana. Y lo hizo. Cabe preguntarse si el edicto policial que prohĂbe mostrarse en público con opas del sexo opuesto no rige también para la televisión, donde la platea, muy a diferencia de un corso de Carnaval s millonaria en adultos, jóvenes y niñosâ.
Olmedo recién recuperó su programa cómico dos años después. Como el Mundial de Fútbol acaparaba toda la atención, el nombre del programa era acorde, Olmedo 78. El ciclo empezó con Javier Portales sentado sobre un baúl monologando. Hasta que desde dentro, alguien golpeó la tapa. Al abrir el baúl, salió Olmedo con su disfraz de Rucucu. Dijo que habĂa estado allĂ dos años (en otra presentación célebre en los ochenta, Olmedo quemó el bigote, el bombĂn y toda la ropa de Rucucu).
El episodio de 1976, el de la falsa muerte de Olmedo, habĂa sido superado. Doce años después, el paĂs se estremeció con las noticias que llegaban desde Mar del Plata. Millones de personas desearon que se tratara de una nueva broma del rosarino. Pero no. No habĂa nada apócrifo esta vez. Ya no aparecerĂa Olmedo, con una sonrisa, y diciendo mientras miraba a cámara: ⨥Se la creyeron, eh!â. Esta vez su muerte era real.