Desde 1957 los 4 de agosto se celebra el dÃa del Panadero, ya que ese dÃa en 1887 nació el sindicato que los nuclea, creado por anarquistas que inmortalizaron su mensaje de “ni dios ni amo†en las delicias elaboradas en las panaderÃas argentinas
Llegó al puerto de Buenos Aires en 1885 oculto en un contenedor, entre máquinas de coser. En Europa ya habÃa hecho demasiado para irritar a las autoridades y su cabeza tenÃa pedido de captura en varios paÃses. El italiano Errico Malatesta, uno de los ideólogos del anarquismo, que desde los 17 años venÃa participando en agitaciones sociales en el Viejo Mundo y hasta en Egipto, llegaba a la Argentina. Al encontrarse con connacionales decidió que no existÃa razón para quedarse de brazos cruzados.
Errico Malatesta, el ideólogo anarquista que fundó en nuestro paÃs un sindicato para peones panaderos.
En la cuestión laboral, desde 1878, la jornada en la Argentina era de diez horas en invierno y doce horas en verano, reguladas por la Oficina del Trabajo que se habÃa creado durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento. Pero la realidad en el mercado del trabajo era otra: jornadas que se extendÃan mucho más que eso, bajos salarios, desprotección legal frente a los patrones y trabajo infantil, sin contar las condiciones de insalubridad.
Recién en la década del 80 se sentaron las bases de organización obrera a propósito de la ola inmigratoria. En su mayorÃa, italianos y españoles debieron establecerse en las ciudades ya que la concentración de la propiedad rural vedó el acceso a la tierra. Los sueños de convertirse en prósperos granjeros terminaron en la pesadilla de resignarse a ser asalariados urbanos, hacinados en conventillos.
VenÃan de paÃses donde ya habÃan desarrollado la huelga y diversas formas de protesta, y entre los inmigrantes también llegaron agitadores. ExistÃan pocos sindicatos, que en un primer momento se los llamó “sociedades de resistenciaâ€. Los Tipógrafos, de 1857 o el de La Fraternidad, de 1887, de orientación socialista, que agrupaba a maquinistas y foguistas de locomotoras, fueron de los primeros gremios en aparecer.
Malatesta junto a Ettore Mattei, decidieron organizar a los trabajadores panaderos bajo el ideario anarquista. Pronto se entonarÃa en Buenos Aires la canción
“Nostra patria é il mondo intiero, nostra legge, la libertá; un sol pensiero salva l’umanitáâ€.
Obreros panaderos, uno de los primeros trabajadores en sindicalizarse, luego de los tipógrafos, ferroviarios y zapateros.
El 4 de agosto de 1887 ambos crearon la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos, cuya carta orgánica sostenÃa
“lograr el mejoramiento intelectual, moral y fÃsico del obrero y su emancipación de las garras del capitalismoâ€. El propio Mattei fue su primer secretario general.
A la huelga
Por lo general, el plantel de una panaderÃa estaba conformado por el maestro de pala, el amasador, el ayudante, el estibador, el encargado de las máquinas y el repartidor y un par de peones. El 29 de enero de 1888 el sindicato anunció que, a raÃz de la suba de alimentos y de los alquileres, los sueldos de los obreros habÃan quedado demasiado atrasados y, si no revertÃa esa situación, irÃan a la huelga.
A fin de enero, efectuaron el pedido formal a los patrones: exigÃan un aumento del 30% del sueldo, más un peso para la comida, ya que la que servÃan en el lugar de trabajo era de mala calidad; también reclamaban un kilo de pan por dÃa, que se les pagase el salario por semana y dejar de trabajar de noche. Advirtieron que aguardarÃan una respuesta hasta el 31.
El Obrero Panadero fue un diario editado por el sindicato. El anarquismo le dio mucha importancia a la edición de impresos -muchos de ellos de vida efÃmera- para la difusión de sus ideas.
Los dueños de las panaderÃas -que en su mayorÃa habÃan empezado desde abajo como obreros- no quisieron saber nada e intentaron, sin suerte, hacer causa común.
El mediodÃa del lunes 31 comenzó la huelga. El intendente porteño Antonio Crespo ofreció a los dueños de las panaderÃas enviarles empleados municipales para hacer el pan y hasta se barajó la idea de traerlos de pueblos del interior.
Mientras tanto, los huelguistas juntaban dinero para su causa. Se harÃa común en las colectas anarquistas, generalmente para sostener huelgas o publicaciones, que los donantes figurasen en las listas de aportantes con seudónimos:
“Muera mi patrón, $0,10â€; “Para destruir $ 0,15†o “Uno que trabaja 16 horas $0,10â€.
Como los patrones no lograron coincidencias para ofrecer un frente sólido a los reclamos de trabajadores que no daban el brazo a torcer, la medida de fuerza fue un éxito. A la semana, las panaderÃas fueron cediendo a las exigencias y los obreros volvieron a sus puestos y la ciudad volvió a tener pan.
Las facturas
El anarquismo es una doctrina filosófico-polÃtica basada en la supresión del estado y la exaltación de la libertad humana. Sostenida en la convivencia espontánea de los individuos, abogan por la supresión de la propiedad privada de los medios de producción y se ubican en la vereda de enfrente del estado, las leyes, la sociedad, la familia y la religión.
“Ni dios ni amoâ€, predican.
Los obreros panaderos quisieron dejar un testimonio de su mensaje que perdurase en el tiempo, y no tuvieron mejor idea que hacerlo con lo que producÃan a diario: las facturas.
Asà bautizaron las bolas de fraile, el sacramento y el suspiro de monja (en algunos lugares también se los conoció como “pedos de monjaâ€) para mofarse de los curas y de las religiosas; el vigilante, para ridiculizar a la policÃa; los cañoncitos y las bombas de crema, por los militares; mientras que los sabrosos libritos eran una crÃtica a la educación que imponÃa el estado. Algunos sugieren que la forma particular de la cremona, invento que un italiano desarrolló en el paÃs, está formada por la unión de la letra A de anarquismo.
Las facturas, una de las delicias preferidas de los argentinos, llevan nombres que remiten al anarquismo.
Hasta el nombre de factura tendrÃa una connotación propagandÃstica. Involucra las producciones que hacen los panaderos. Del latÃn “
facereâ€, que significa hacer, los anarquistas la impusieron para tomar conciencia sobre el valor del trabajo.
La que se salvó fue la medialuna, que tiene más de 300 años de historia y que nació de la lucha de los austrÃacos contra la dominación del imperio otomano. En parte fue una burla de los panaderos de aquel paÃs, que reprodujeron en masa la medialuna de la bandera turca cuando éstos terminaron derrotados.
Malatesta regresó a Europa en 1889 y continuó su carrera de proselitismo anarquista hasta que con Benito Mussolini encontró la horma de su zapato. En el régimen fascista terminó sus dÃas en un arresto domiciliario y falleció en 1932 sin imaginarse que en un lejano paÃs de la América del Sur persiste una costumbre muy arraigada, que es la de tomar mate con facturas, que remite a sueños anarquistas de un mundo que ya no existe.