Despreció la fama para vivir con austeridad y renunció a “El Chavo del 8” por honor: la historia de Ramón Valdés, el actor de “Don Ramón”
la historia de vida de un grande del humor.
MarĂa Antonieta de las Nieves ("La Chilindrina") lo quiso como si fuera su verdadero padre. Angelines Fernández ("La Bruja del 71") lo amó con locura, pero no fue correspondida. Y Chespirito se inspiró en su personalidad para crear el personaje más entrañable de la vecindad: "Sé tú mismo", le pidió, y Valdés cumplió a la perfección. Porque con este actor -que se casó tres veces y tuvo 10 hijos- los lĂmites entre ficción y realidad siempre fueron difusos
Cuenta la leyenda que el vestuarista tenĂa poco trabajo con Ramón Valdés: la remera desteñida por tantos lavados, los jeans gastados y las zapatillas viejas ya las traĂa el actor desde su casa. Todo puesto, claro: era su ropa cotidiana. Pero habĂa una prenda que el vestuarista debĂa tener preparada, junto a los zapatos de El Chavo, el delantal de Doña Florinda y el traje de marinero de Quico: el gorrito añejo de Don Ramón.
Al terminar cada jornada de grabación el actor se lo llevaba a su casa, también puesto. Pero al otro dĂa, camino al estudio, Valdés se encontraba con los chicos que esperaban saludar a su Ădolo, ese superhéroe sin capa y andar desgarbado. “NacĂ niño y sigo siendo chavito -se definĂa Ramón-. Tengo el carácter de niño, y los chavitos me entienden bien”. Es por eso que siempre se detenĂa a conversar con ellos. Les firmaba autógrafos, les hacĂa bromas. Y uno solĂa llevarse de regalo el gran premio: el gorrito añejo de Don Ramón.
Don Ramón con un pequeño admirador, en una de las tantas fotos que su nieto Ramón Valdés Casstillo suele compartir en las redes sociales con los admiradores del actor (Twitter: @RamnValdsCasti1)
Minutos después Valdés se encontraba con el vestuarista antes de salir a escena para grabar El Chavo del 8, y se disculpaba por otra vez haberse olvidado la prenda en su casa. Todas las mañanas lo mismo. Maldito descuido: salir sin el gorrito... Pero no habĂa reto posible. Con Monchito —como lo conocĂan desde su infancia—, Âżquién podrĂa enojarse?
Ocurre que Don Ramón no era uno más dentro de la bonita vecindad de El Chavo. Malhumorado y cascarrabias, pero noble, humilde y de gran corazón, el personaje le debĂa mucho más al propio Ramón Valdés que al ingenio creativo de Roberto Gómez Bolaños. Empezando por el nombre, siguiendo por su ropa y concluyendo en ciertos rasgos de su personalidad: uno y otro eran lo mismo. "Con permisito, dijo Monchito", "¡Si serás, si serás!", y tantas otras frases más fueron improvisadas por el actor, sin haber estado incluidas originalmente en los libretos.
El mérito de Chespirito —no menor, por supuesto— fue haber notado un personaje en potencia en este hombre nacido el 2 de septiembre de 1923 en Ciudad de México, pero criado en una familia numerosa y de bajos de recursos de Ciudad Juárez. Gómez Bolaños les contaba a sus amigos que Monchito era el único que lo hacĂa reĂr. Y destacaba, además, su capacidad para aprenderse los guiones, aunque luego sumara las frases y muletillas propias. El dĂa que le propuso ser Don Ramón, Chespirito le dio una sola indicación: "Sé tú mismo".
Eso fue en 1971. Un año antes Gómez Bolaños lo habĂa convocado para un programa llamado Los supergenios de la Mesa Cuadrada (era el Ingeniebrio Ramón Valdés). Significó su debut en la pantalla chica ya con 47 años, aunque para entonces Monchito habĂa participado de ¡70 pelĂculas! En varias trabajó con Cantinflas, en muchas otras lo hizo con su célebre hermano Germán Tin Tan Valdés.
Pero esa trayectoria no habĂa redundado en una estabilidad económica. Por el contrario, quien tuvo 10 hijos con tres parejas distintas debĂa trabajar en otros oficios (sĂ, al igual que Don Ramón) para mantener a su familia: en distintas épocas fue comerciante, fabricó muebles de madera y se desempeñó como chofer, entre otras ocupaciones. Y cuando de todos modos no llegaba a fin de mes, era su hermana RosalĂa Valdés o el exitoso Tin Tan quienes lo ayudaban, prestándole dinero.
Ramón Valdés en sus años mozos, cuando buscaba abrirse camino en el cine (Twitter @RamnValdsCasti1)
El notable suceso de El Chavo del 8 —y también de El ChapulĂn Colorado, donde tuvo la posibilidad de interpretar otros personajes— le permitió a Ramón olvidarse de las preocupaciones monetarias por casi una década, hasta que en 1979 decidió presentarle su renuncia a Gómez Bolaños. No fue personal: a diferencia de otros actores, Valdés no tenĂa ningún inconveniente con Chespirito. Al igual que sucedĂa en la ficción, el problema era con Doña Florinda, la mamá de Quico.
A esa altura Florinda Meza, la mujer de Gómez Bolaños, ya se encargaba de la dirección artĂstica del ciclo, generando cierto resquemor en el elenco. Ramón tampoco estaba de acuerdo: querĂa responder directamente al creador del programa, es decir, a quien habĂa confiado en él. Pero la partida de Carlos Villagrán terminó por convencerlo: consideró injusto que fuera despedido por los celos que Quico, su personaje, le generaba a Chespirito.
Entonces un dĂa Don Ramón se fue, sin más, haciendo a un lado la fama y el dinero. Con el gorrito puesto. Y la dignidad también.
Volvieron entonces lo tiempos de zozobra, de rachas buenas y no tanto. En dupla con Quico probó suerte en la tevé venezolana; no funcionó. Se incorporó a un circo que empezó a recorrer distintos paĂses de América Latina, utilizando su clásica vestimenta. Y siguió con la actuación, compartiendo escenas con un joven cantante en pleno ascenso: un tal Luis Miguel. ¡Y en un papel a lo Luisito Rey!
Un video pocas veces visto: Ramón Valdés y Luis Miguel (Youtube)
En 1987 Ramón volvió a la televisión azteca con el programa ¡Ah, qué Kiko! junto a Villagrán, quien no contaba con los derechos de Quico. A Valdés, en cambio, Chespirito nunca le impidió ser Don Ramón. No tenĂa por qué: sabĂa que ese personaje no le pertenecĂa. Pero esta nueva apuesta televisiva no resultó: ¡Ah, qué Kiko! permaneció al aire apenas unos meses.
Para entonces su salud ya estaba muy deteriorada. Todo se debĂa al cigarrillo. En los pasillos de los estudios de Televisa, donde se grababan los ciclos de Chespirito, nadie fumaba: la prohibición era taxativa. Menos para Monchito, claro, quien incluso solĂa despertarse a la madrugada con la única intención de encender un cigarrillo. La primera consecuencia fue un cáncer de estómago. Lo operaron. Y los médicos le aconsejaron —le pidieron, le rogaron…— que abandonara ese mal hábito. ÂżLa respuesta? Ramón también fumaba en su habitación del hospital.
Pese a la cirugĂa el tumor se terminó expandiendo, afectando su columna vertebral. El pronóstico fue cruel: le quedaban seis meses de vida. Ramón Valdés murió el 8 de agosto de 1988 a los 64 años, en la misma ciudad que lo vio nacer y también consagrarse. Pero lo hizo casi cuatro años después de que los médicos le hubieran dado aquel pronóstico fatĂdico.
Su entierro congregó a una multitud. Asistió su gran amigo Carlos Villagrán, por supuesto. Pero también el Señor Barriga y el Profesor Jirafales (para los puristas, Édgar Vivar y Rubén Aguirre, respectivamente). Frente al cajón una mujer lloró sin consuelo durante dos horas; se llamaba Angelines Fernández, la conocĂan como la Bruja del 71.
En cambio, MarĂa Antonieta de las Nieves no pudo concurrir: se encontraba trabajando en Perú. Durante años lamentarĂa no haber acompañado a Ramón Valdés en sus últimos dĂas, y en su adiós. Porque en la ficción, la Chilindrina hubiera despedido a su padre; en la vida real, MarĂa Antonieta casi que harĂa lo mismo…
A nadie le extrañó que Florinda Meza no se acercara a dar el pésame. Su cuñado, Horacio Gómez Bolaños (Godinez en la ficción), sĂ lo hizo. Y Roberto Gómez Bolaños también podrĂa haber asistido… Tiempo después el propio Chespirito reconoció como un gran error no haber ofrecido sus respetos a quien hizo por él lo máximo que uno puede hacer por el otro: provocarle una sonrisa.
Para la nostalgia: El Señor Barriga, Doña Florinda, El Profesor Jirafales, La Chilindrina, La Bruja del 71 y El Chavo del 8, en la vecindad más famosa
Hoy, cuando ya transcurrieron más de tres décadas y con la amarga certeza de que El Chavo del 8 ya no saldrá al aire nunca más, a la par de las frases que popularizó Valdés todavĂa se escucha la advertencia de Doña Florinda: “¡No te juntes con esa chusma!”. Pero a diferencia de Quico, quien esto escribe hubiera desobedecido aquella orden una y otra vez para ir a divertirse del lado de Don Ramón. Es que allĂ nadie reparaba en la vestimenta y cualquiera podĂa mostrarse tal cual es, sin montar ningún personaje. Y estaba permitido jugar como un chavito, más allá de algún que otro grito de este hombre cascarrabias pero de gran corazón.
Porque la de Don Ramón —y la de Ramón Valdés, la de Monchito— era la vereda correcta de la vida.