Kenneth Dart, el ârey de los vasitos de telgoporâ, fue el mayor acreedor de la Argentina. Vive recluido en una mansión de la playa. Lo acusan de querer quedarse con todas las propiedades de ese paraĂso caribeño
Kenneth Dart, el mayor acreedor privado que tuvo la Argentina y el hombre que estuvo a punto de echar por tierra toda la operación de canje de la deuda externa, se oculta tras los cortinados de la antigua sede del West Indian Club, sobre la playa de Seven Miles, en la isla caribeña de Gran Caimán. Esa es ahora su residencia personal, una mansión de estilo colonial de más de 20 habitaciones, el lugar que eligió para recluirse de la persecución del gobierno estadounidense por no pagar impuestos; de los banqueros brasileños a quienes les ganó malamente 800 millones de dólares; de uno de sus hermanos que lo acusa de haberle robado la herencia; de los ciudadanos de Rusia, Brasil, TurquĂa y Ecuador a quienes les hizo pagar el doble por los bonos de la deuda externa; y de la mafia rusa que juró venganza cuando se les quiso quedar con buena parte de los negocios pos-privatizaciones.
Dart es dueño del fondo buitre EM Limited, que hizo juicio contra Argentina por los bonos âdefaulteadosâ en 2001 y resultó el primer acreedor en cobrar en 2016. Se llevó 884 millones de dólares; habĂa invertido 30 millones. Un negocio excepcional que le dio 2.700% de ganancia. A principios de agosto, terminó con el último vĂnculo que tenĂa con el paĂs. Cerró la planta de vasos de telgopor que funcionaba en Pilar. Su familia construyó un imperio con esos vasitos que mantienen caliente el café y habĂa abierto a fines de los noventa en Argentina su planta distribuidora regional. Con los casi 900 millones de dólares que se llevó de Argentina, más los 800 de Brasil y vaya uno a saber cuántos más de cada negocio que hizo con bonos basura alrededor del mundo, ahora se está comprando toda la tierra disponible de las Islas Caimán. Tiene más propiedades en las islas que el propio Estado. Y quiere desarrollar un enorme complejo de oficinas y departamentos sobre la zona más alta de la isla por si el aumento del nivel del mar le inunda las propiedades costeras.
Toda esta estrategia financiera fue planificada por Dart desde los oscuros corredores de su mansión en las Caimán. AllĂ se lo compara con Howard Hughes y hasta con Batman. De hecho, ese es el apodo con el que se refieren a él en las islas. âEl señor Dart no está recluido. Simplemente es un hombre que cuida mucho su privacidadâ, asegura su portavoz, John Papesh, un rubio de unos 30 años, camisa y corbata impecables y con sus pelos cuidadosamente desprolijos, el único dispuesto a dar la cara en el entorno de Dart en las Caimán. âAcá todos dicen que Dart es un paranoico que vive encerrado en esa mansión. Está en la isla desde hace unos 10 años y muy poca gente podrĂa decir que lo vio personalmenteâ, replica Desmond Seales, el director del Cayman Net News, el diario local, y el hombre que todos señalan como âel más informado de la islaâ.
La sombra de Dart, un hombre de 64 años, alto, delgado, con un cierto parecido al ex presidente Bill Clinton, se trasluce por entre las cortinas en el segundo piso de la residencia, un edificio de dos plantas, unos 100 metros de largo por 30 de ancho. Desde ahĂ puede observar todos los movimientos de la bahĂa de Seven Miles, la misma en la que desembarcó en 1666 el pirata Henry Morgan al comando de mil bucaneros. Desde entonces, estas tierras casi desérticas han dado refugio a fugitivos de todo el mundo. Y desde los años 60 se convirtió en un paraĂso fiscal para que esos fugitivos no sólo estuvieran seguros, sino que también pudieran tener sus caudales a recaudo.
El reclusivo multimillonario Kenneth Dart serĂa el hombre de barba y cabello blanco que aparece en el medio del grupo abrazando a unas empleadas. Es una de las pocas imágenes que se conocen de los últimos años y que podrĂa corresponder al ex acreedor de la Argentina.
Su misteriosa vida incluye su aversión por las fotos. Algo que lo llevó a borrar casi todos sus archivos. Cuando estuve en la isla en 2005, pude ver a un hombre con las caracterĂsticas de Dart saliendo de la residencia. Cuando me acerqué, me dijo nervioso que él no era Kenneth Dart y volvió corriendo a meterse en la casa. Cuatro hombres enormes dan seguridad a Dart. Responden a un ex militar escocés, dueño de una agencia que provee âlos mejores servicios de seguridad del mundoâ. A él sĂ se lo puede ver en el jardĂn de la residencia, mirando de soslayo a los periodistas. La luz dorada de la caĂda del sol le relaja el rostro pero acentúa el misterio que envuelve a Dart desde hace 25 años, cuando abandonó Sarasota, en el estado de Florida, después de que le quemaran la casa en la que vivĂa con su mujer y sus hijas. Dart dijo entonces que la acción habĂa sido ordenada por su hermano mayor, Tom, que reclamaba una mayor parte de la herencia. Pero luego cambió la versión y dijo que habĂa sido obra de matones pagados por banqueros brasileños. Finalmente, la policĂa local dio a entender que podrĂa haber sido una banda de la mafia rusa. Es que Dart ya tenĂa suficientes enemigos como para que la lista de posibles culpables fuera interminable. Pero nunca se encontró al o los culpables.
Para entonces, habĂa dejado el manejo de la próspera empresa familiar de fabricación de vasos de telgopor y otros contenedores térmicos de comidas, para dedicarse al más lucrativo negocio de apostar contra los Estados en quiebra. Compra bonos de la deuda externa de gobiernos en apuro y luego reclama por las buenas o por las malas que le paguen el 100% o más. En el caso del gobierno brasileño terminó sacando el 161% de lo que habĂa invertido en bonos Brady chantajeando al gobierno de Fernando Henrique Cardoso y amenazándolo con obstruir todos los acuerdos internacionales en las cortes de Estados Unidos. Antes, ya habĂa hecho algo parecido con Rusia. Claro que ahĂ contó con la venia del ministro Anatoly Chubais, y además de dinero recibió acciones de decenas de empresas privatizadas. Esto le valió una lucha por el control de las compañĂas con el poderoso grupo Yukos y la mafia rusa.
Con Argentina, el fondo EM fue el primero en cobrar el plan de pagos que el entonces secretario de Finanzas, Luis Caputo, habĂa diseñado para cerrar el juicio planteado por Dart en 2006 ante el tribunal del Segundo Distrito sur de Nueva York del famosos juez Thomas Griesa. El 22 de abril de 2016, Argentina concretó el pago a EM por 848 millones de dólares. Fue a cambio de bonos comprados entre septiembre y noviembre de 2001 a diferentes bancos internacionales que operaban en el paĂs y por los que pagó una suma Ănfima para semejante negocio.
Dart siempre tuvo un gran respaldo financiero para ejecutar estas maniobras. Detrás de él está la empresa familiar fundada por su padre, William Dart, en 1951 y que lo convirtió en âel rey de los vasitos de caféâ. El patriarca nunca patentó la fórmula del poliestireno con los que hacĂa los recipientes para evitar que los competidores pudieran copiarla. El imperio comenzó en Mason, Michigan, y pronto tuvo 17 fábricas en Estados Unidos y varios paĂses del mundo, incluida la planta de Pilar. AllĂ fabricaban y distribuĂan los vasos destinados al Mercosur. En Brasil no pudieron abrir una sucursal porque el gobierno de ese paĂs le negó el permiso por tratarse de âun enemigo del pueblo brasileñoâ.
En 1990, Dart mudó las oficinas centrales de la compañĂa a Sarasota, en la costa del Golfo de México, a unos 400 kilómetros de Miami. Hoy, Dart Container Corp. tiene una ganancia anual registrada por la revista Forbes, de 464 millones de dólares. El valor total oficial de la compañĂa supera los mil millones de dólares y de acuerdo a los documentos presentados por Tom Dart, el hermano despechado, el grupo acumuló no menos de 6.000 millones de dólares. Todo esto sin contar los miles de millones que Kenneth Dart ganó en el mercado financiero. âSi hay una palabra que caracterizó a este grupo desde siempre fue discreción. Ganaban dólares con sus vasitos en silencio. Eran unos millonarios discretos. Ken trajo la desgracia a la familia. Ahora, todo es diferente. Ya no son discretos, se escondenâ, explica John Stevenson, un abogado de Sarasota que trabajó hace años para la familia.
En 1992, Dart compró 1.400 millones de dólares en bonos de la deuda brasileña, el 4% del total. Pagó apenas 375 millones. Dos años más tarde el gobierno de Cardoso finalizaba una durĂsima negociación con 750 bancos para reestructurar los 50.000 millones de dólares que debĂa. Dart se negó a aceptar el arreglo. Presionó y terminó cobrando 980 millones. Se ganó 605 millones en la operación. Inmediatamente vio otra gran oportunidad en Rusia. âDos operadores del Credit Suisse First Boston Bank hicieron el primer gran negocio comprando por unos 600.000 dólares la Bolshevik Biscuit Factory que podĂa valer millones de dólares. Siguiendo su ejemplo, nosotros también empezamos a comprar acciones y nos enfocamos primordialmente en empresas de petróleo, telefonĂa y electricidadâ, explicó Michael Hunter, el presidente de Dart Management en Rusia, en una rara entrevista que dio al diario St. Petersburg Times. Pero la ambición de Dart por conseguir más dinero fácil lo llevó a enfrentarse con el âoso negroâ de las finanzas rusas, el grupo Yukos. Hubo una lucha por el control de una compañĂa de gas que se prolongó por cinco años. Finalmente, Dart se llevó cerca de 1.000 millones de dólares, pero tuvo que salir de Moscú a escondidas. Varios grupos de interés que quedaron heridos en la contienda juraron vengarse. Desde entonces, Dart vive recluido. La leyenda dice que tiene un yate de 65 metros de eslora blindado para protegerse de posibles ataques con misiles. Un marino caimanense de mucha experiencia que trabaja en el muelle del Cayman Yacht Club dice que el barco casi nunca está amarrado. âSólo viene acá para recoger a unos hombres que no hablan con nadieâ, comenta Jack, un tipo altĂsimo, medio encorvado y de piel de ébano.
Dart llegó a las Caimán en 1990 para evadir unos 200 millones de dólares al año de impuestos que eran los que deberĂa pagar al gobierno de los Estados Unidos. En un esquema ideado por su hermano Robert, un experto en este tipo de operaciones, Kenneth Dart compró la ciudadanĂa de Belice y renunció a la estadounidense. AsĂ hubiera podido viajar a Estados Unidos y permanecer allĂ hasta 60 dĂas al año sin pagar impuestos. Pero para evitar este inconveniente, ideó una maniobra interesante. Hizo arreglos con el gobierno de Belice para que lo nombraran cónsul en Sarasota âasĂ podĂa vivir allĂ con inmunidad diplomáticaâ a cambio de financiar todas las operaciones consulares de ese paĂs en Estados Unidos y abrir una nueva oficina comercial en Nueva York. El Departamento de Estado desbarató la maniobra argumentando que Belice no necesitaba un consulado en Sarasota donde no habita ningún ciudadano de ese paĂs y que si lo necesitara aún tenĂa el consulado de Miami a menos de 400 kilómetros.
Dart está casado con Janice, de su misma edad. Tienen tres hijas. Las cuatro siguen viviendo en Sarasota y participan asiduamente en la activa vida social de los millonarios de esa ciudad. La única presencia femenina cerca de Dart es su cuñada Ariana, la mujer de Tom. Ella es la que pone la cara cada vez que la Fundación Dart dona algo al gobierno de las Caimán para quedar bien. âNunca aparece en ninguna de las actividades de la empresa. Para eso tiene a Ariana o a tres directivos que lo representan. Los pocos que lo vieron dicen que es un hombre raro, paranoicoâ, explica la dueña de una inmobiliaria de Georgetown, capital de las Caimán, que pide âpor amor a Diosâ que no se publique su nombre porque se le arruina el negocio. Dart es el hombre más poderoso de la isla. Es el âúnico accionistaâ de Dart Real Estate, que posee el 90% de las playas privadas de la isla, hoteles y residencias de lujo. Para desarrollar Camana Bay, uno de sus proyectos más grandes que comenzó en 2005 y aún sigue expandiendo, construyó dos túneles para que la carretera estatal no molestara la vista de sus adinerados habitantes. AllĂ se realiza todos los años un festival con algunos de los artistas más cotizados del mundo al que asisten otros multimillonarios como Richard Branson, el dueño de Virgin Airlines. Toda esta movida atrajo inversiones a las islas por 1.500 millones de dólares. Pero también subió en forma exorbitante los precios. Ya ninguna tierra vale menos de 4.000/5.000 dólares el metro cuadrado. Esto levantó una protesta de un grupo de comerciantes locales que imprimieron un folleto en el que hablan de Dart como âel hombre que quiere adueñarse de las Caimán y ya está muy cerca de cumplir con su sueñoâ. Y agregan: âTenemos que pararlo o nos comprará a todos. Seremos sus esclavosâ.
Dart no parece inmutarse por ninguna crĂtica. Desde su mansión colonial de la playa de Seven Miles, sigue armando esquemas para acumular más fortuna sin importarle lo que tenga delante. Mientras se prepara para todas las contingencias. Particularmente la posibilidad muy cercana de que el cambio climático provoque el aumento del nivel del mar y graves daños a sus propiedades costeras. Después del paso del devastador huracán Iván en setiembre 2004, Dart Management compró cientos de hectáreas de tierra en el centro de la isla. AllĂ proyecta levantar la nueva capital de las Caimán. âVamos a tener una Dartlandiaâ, dice con una risa de enormes dientes blancos el periodista Desmond Seales.
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