Siete emociones que sentĂ­amos los seres humanos y que ya no existen

Cuando pensamos en las emociones, tendemos a pensar que son fijas y compartidas por todo el mundo. Sin embargo, no solo varĂ­an de paĂ­s en paĂ­s sino que también cambian con los tiempos. AquĂ­ te explicamos algunas que eran muy comunes en el pasado y que ya no existen.

En el pasado, las emociones se asociaban con más frecuencia a determinados momentos o lugares. Solemos pensar que las emociones son fijas y universales.

Sin embargo, estas varĂ­an de paĂ­s en paĂ­s (piensa por ejemplo en la palabra schadenfreude, que solo existe en alemán y que describe el disfrute ilĂ­cito de la mala fortuna ajena) y nuevas emociones aparecen todo el tiempo.

El cambio de los emoticones, que tanto usamos hoy dĂ­a para expresar nuestros sentimientos, también refleja lo dinámicas que pueden ser las emociones. BBC Radio 3 conversó con Sarah Chaney, experta del Centro para la Historia de la Emociones, en Reino Unido, sobre las emociones del pasado que pueden ayudarnos a entender cómo nos sentimos hoy.

Estas son algunas de ellas.

1. AcedĂ­a
La acedĂ­a era una emoción muy especĂ­fica experimentada por hombres de la Edad Media: monjes que vivĂ­an en monasterios. Esta emoción surgĂ­a, por lo general, a raĂ­z de una crisis espiritual.

Se trataba de una emoción ligada directamente a los monjes de los monasterios

Aquellos que la experimentaban sentĂ­an desazón, desgano, apatĂ­a y, sobre todo, un poderoso deseo de abandonar la vida santa. "Es posible que hoy dĂ­a esto sea catalogado como depresión", explica Chaney. "Pero la acedĂ­a estaba especĂ­ficamente asociada con una crisis espiritual y con la vida en un monasterio".

Seguramente esto era una fuente de preocupación para los abades, que se desesperaban por la indolencia que acompañaba a la acedĂ­a.

De hecho, con el paso del tiempo, el término "acedĂ­a" se fue volviendo intercambiable con el de "pereza", uno de los siete pecados capitales.

2. FrenesĂ­
El frenesĂ­ iba acompañado de una agitación fĂ­sica: hubiera sido imposible sentir frenesĂ­ y quedarse quieto

"Esta es otra emoción medieval", dice Chaney. "Es como la ira, pero es más especĂ­fica que la ira que entendemos hoy. Alguien que experimentaba frenesĂ­ se habrĂ­a sentido muy agitado. HabrĂ­a tenido ataques violentos de furia, y habrĂ­a hecho pataletas y mucho ruido".

HabrĂ­a sido imposible sentir frenesĂ­ y quedarse quieto. Esta emoción pone de relieve nuestra tendencia actual a pensar en las emociones como algo esencialmente interno, algo que podemos esconder si lo intentamos.

Esto sencillamente no podĂ­a aplicarse a la gente que experimentaba frenesĂ­ en el Medioevo.

Muchas emociones históricas están tan ligadas a un tiempo y a un lugar que es imposible sentirlas ahora.

3. MelancolĂ­a
MelancolĂ­a es una palabra que usamos para describir una especie de tristeza calma o un estado contemplativo.

"Pero en el pasado, la melancolĂ­a era diferente", señala Chaney. "A comienzos del perĂ­odo moderno, se pensaba que la melancolĂ­a era una aflicción fĂ­sica que se caracterizaba por el temor".

Antes, se pensaba que la melancolĂ­a aparecĂ­a cuando la persona tenĂ­a mucha bilis negra.

Hasta el siglo XVI, se creĂ­a que la salud se veĂ­a afectada por el equilibrio de cuatro fluidos corporales: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra.

La melancolĂ­a aparecĂ­a cuando la persona tenĂ­a mucha bilis negra. "Uno de los sĂ­ntomas de la melancolĂ­a en ese entonces era el miedo. En algunos casos, la gente tenĂ­a terror de moverse porque pensaba que estaba hecha de cristal y se romperĂ­a", cuenta Chaney.

El rey Carlos VI de Francia sufrĂ­a de melancolĂ­a y por ello habĂ­a hecho coser varas de hierro en su ropa para evitar hacerse añicos de forma accidental.

4. Nostalgia
Esta es otra emoción que quizás creas que ya conocés. "Usamos la palabra 'nostalgia' de manera muy frecuente en las conversaciones hoy dĂ­a, pero cuando empezó a usarse, se referĂ­a a algo que se pensaba que era una enfermedad fĂ­sica", afirma Chaney.

La melancolĂ­a estaba asociada a los marineros que extrañaban su hogar en tierra firme.

"Era una enfermedad del siglo XVIII de los marineros: algo que les pasaba cuando estaban muy lejos de su casa, y estaba vinculada al anhelo de regresar".

Un caso severo de nostalgia podĂ­a incluso llevar a la muerte.

No se compara realmente con nuestra definición actual de nostalgia, que describe la añoranza por los buenos tiempos.

5. Neurosis de guerra
Muchos habrán escuchado hablar de la neurosis de guerra, una condición que afectaba a los soldados en las trincheras durante la I Guerra Mundial.

Los soldados que sufrĂ­an neurosis de guerra a veces perdĂ­an la facultad de ver o escuchar pese a que no tenĂ­an un problema fĂ­sico que se lo impidiera.

Al igual que la melancolĂ­a, la nostalgia y muchas otras experiencias emocionales a lo largo de la historia, la neurosis de guerra fue considerada a veces una emoción y otras una enfermedad, por la forma en la que se hablaba de ella y por cómo se trataba.

"La gente que sufrĂ­a neurosis de guerra tenĂ­a extraños espasmos y con frecuencia perdĂ­a la capacidad de ver y escuchar, pese a que no tenĂ­an ningún problema fĂ­sico que se lo impidiera", explica Chaney.

"Al principio de la guerra, se pensaba que estos sĂ­ntomas se debĂ­an a que las explosiones les habĂ­an sacudido el cerebro. Pero más tarde, pensaron que todos los sĂ­ntomas eran provocados por las experiencias que habĂ­a vivido el paciente y su estado emocional".

6. HipocondrĂ­a
La hipocondrĂ­a era otra condición médica que para el siglo XIX habĂ­a adquirido asociaciones puramente emocionales.

Algunas emociones eran tratadas como si fuesen enfermedades

"Era básicamente la versión masculina de lo que los médicos victorianos llamaban histeria", dice Chaney.

"Se creĂ­a que causaba cansancio, dolor y problemas digestivos. En los siglos XVII y XVIII, se pensaba que la hipocondrĂ­a estaba ligada al bazo, pero más tarde se la asoció a los nervios".

Los victorianos creĂ­an que los sĂ­ntomas eran causados por la hipocondrĂ­a, o por la preocupación obsesiva por el cuerpo (a pesar de que se notaban los sĂ­ntomas fĂ­sicos, era la mente y las emociones las que se creĂ­a que estaban enfermas).

7. Demencia moral
El término "demencia moral" fue acuñado por el doctor James Cowles Prichard en 1835.

"Efectivamente, significa 'locura moral'", explica Chaney, "porque por mucho tiempo la palabra 'moral' significaba 'psicológica', 'emocional' y también 'moral' en el sentido en el que usamos la palabra ahora".

El término que servĂ­a para describir muchas emociones extremas

Los pacientes que Prichard consideraba "dementes moralmente" eran aquellos que actuaban de forma errática o poco usual sin mostrar sĂ­ntomas de un desorden mental".

"Él sentĂ­a que habĂ­a un gran número de pacientes que podĂ­an funcionar como cualquier otra persona, pero que no podĂ­a controlar sus emociones, o cometĂ­an crĂ­menes de forma inesperada".

La cleptomanĂ­a, por ejemplo, en mujeres educadas de alta sociedad, podĂ­a ser visto como un signo de demencia moral porque eran mujeres que no tenĂ­an motivos para robar.

Era un término que servĂ­a para describir muchas emociones extremas y se aplicaba con frecuencia a niños difĂ­ciles.

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