Hace 33 años, el 5 de marzo de 1988, el popular cómico cayó desde el balcón de un departamento en Mar del Plata. Tras una temporada teatral exitosa, estaba en pleno proceso de reconciliación con quien fuera su última esposa, la actriz Nancy Herrera
âAgarrame la pierna⊠Agarrame la pierna⊠âAy, no puedo, papi. âSĂ que podés, agarrame la pierna.
Esas palabras sobresaltaron a Mariela, una adolescente que dormĂa en el 12 "A" del edificio Maral 39, minutos antes de las 8 de la mañana del sábado 5 de marzo de 1988.
Hace 33 años, cuando Mariela apenas tenĂa 16, se despertó en el cuarto que usaba todos los veranos en el departamento familiar de Mar del Plata. Aquella voz le sonaba familiar porque la habĂa escuchado mil veces en la televisión. Inquieta, fue en busca de su madre.
âMami, escuchame, Olmedo quiere tirar a su hija⊠Porque yo escuchaba que ella decĂa âpapiââ, le contó a la revista Gente.
"Mi mamá me dijo que cómo iba a hacer una cosa asĂ, que seguramente estaba con alguna chica, que me acostara. Levanté la persiana, enojada, y en lugar de encontrar a dos personas discutiendo veo a Olmedo, abajo, muerto", relató entonces la persona que terminó siendo testigo de una de las tragedias que sigue conmoviendo al paĂs: la muerte del humorista Alberto Olmedo, luego de caer desde un balcón.
Nancy Herrera y Alberto Olmedo
"ÂżPor qué ahora? Estábamos tan bien, nos Ăbamos a arreglar. ÂżPor qué ahora, que estoy embarazada? ÂżPor qué ahora, papi, por qué?", dijo minutos después la actriz Nancy Herrera, junto al cuerpo sin vida de quien habĂa sido su marido, con el mar de fondo y los primeros curiosos que se acercaban a ver qué habĂa ocurrido.
Primero fue una pareja de enfermeros que pasaba por el lugar haciendo footing. Luego, tal como le reveló a Infobae recientemente, lo hizo el fotógrafo Oscar Etchart, quien se ocupó de registrar con su cámara aquel momento estremecedor. Las fotos del gran cómico nacional sin vida tendido sobre el piso inundaron las primeras planas de todos los medios de la época. Quienes de alguna u otra manera se habĂan cruzado con Olmedo durante la noche anterior, lleno de planes y de buen ánimo, no podĂan creer lo que veĂan sus ojos.
Etchart señala el lugar donde cayó Olmedo (Foto: Christian Heit)
Las últimas imágenes del actor ya sin vida
Función, cochinillo y un llamado especial
El verano verano anterior, que comenzó en diciembre de 1986 y se prolongó hasta marzo de 1987, habĂa sido récord para Mar del Plata en todos los ámbitos posibles. Según un relevamiento del medio local El Marplatense, la ciudad habĂa recibido más de 3 millones y medio de turistas, una cifra que no volverĂa a repetirse. Entre los atractivos de La Feliz se encontraba la nutrida cartelera teatral que tenĂa a las principales figuras del mundo artĂstico local, entre otros el propio Olmedo con su espectáculo El Negro no puede, en el Teatro Neptuno.
Durante el verano de 1988, cerca de aquel fenómeno pero sin llegar a aquellas cifras, el actor estaba al frente de la exitosa comedia Éramos tan pobres, en la que trabajaba junto a Javier Portales, Susana Romero, Beatriz Salomón y Adrián Facha Martel, entre otros. Para el jet-set de entonces los dĂas pasaban entre comidas después de las funciones, brindis, pocas horas de playa y salidas hasta altas horas de la madrugada.
Olmedo y Jorge Porcel (Foto: Revista Gente)
Hasta que promediando febrero una noticia conmocionó al paĂs y particularmente a quienes estaban haciendo temporada en Mar del Plata: el asesinato de la modelo Alicia Muñiz a manos del ex boxeador Carlos Monzón en un chalet en las afueras de la ciudad.
Muy cercano a distintas celebridades vernáculas y del exterior, durante los dĂas posteriores a la muerte de Muñiz, Monzón recibió la visita de distintos actores y allegados mientras se encontraba detenido, primero en una comisarĂa y luego en la cárcel de Batán.
Una relación de amistad: Monzón y Olmedo (Foto: Gente)
Fue justamente durante la que serĂa la última noche de su vida que Olmedo les contó a sus compañeros de elenco que tenĂa planeado visitar al boxeador en prisión antes de que terminara el verano. QuerĂa llevarle un televisor. Según distintos testimonios en los medios de la época, el actor estaba exultante: habĂa firmado en esas horas el contrato para llevar Éramos tan pobres al Teatro Astral de Buenos Aires después de la temporada marplatense.
Amante del buen comer, Olmedo habĂa planeado para la infaltable cena después de las funciones un menú especial: cochinillo. Para eso, se habĂa encargado de todos los preparativos; a la tarde habĂa llamado al restaurante Munich Hamburgo, que en otras ocasiones le habĂan preparado especialmente platos fuera de la carta, para avisar que un asistente llevarĂa hasta el lugar los ingredientes para el plato de esa noche.
Según reconstruyó la revista Gente en su edición del 10 de marzo de 1988, antes de subirse al escenario el cómico le pidió a su secretario, El Negro Beleme, que fuera hasta el edificio Maral 39 a espiar si estaba estacionado allĂ el auto de Nancy Herrera. La actriz habĂa sido su esposa pero luego de que el verano anterior ella fuera vinculada sentimentalmente con el locutor Cacho Fontana, la pareja se separó. De hecho llegaron a vivir en casas separadas, y mientras que a Olmedo se le atribuyeron distintos romances por aquellos meses, Herrera tuvo un noviazgo fugaz con otro hombre.
Triángulo amoroso: Olmedo, Herrera y Cacho Fontana
Sin embargo, cuando la temporada del 88 estaba por llegar a su fin, ambos quisieron volver a apostar por la relación y Nancy viajó especialmente a Mar del Plata para verlo. Es por eso que aquella noche, Olmedo y Herrera estuvieron juntos.
En un momento de la cena, mientras todos se deleitaban con el cochinillo especial que les habĂan cocinado, el cómico se levantó y le pidió al dueño del lugar el teléfono. Habló con Herrera.
"ÂżLlegaste bien? Tengo ganas de verte. Dentro de un rato termino de cenar y voy para allá", fueron sus palabras, según los testigos. El actor se llevó un paquete con restos de cochinillo que habĂan sobrado y sonriente le dijo a César Bertrand, uno de sus compañeros:
"Esto me lo como mañana frĂo, va a estar más rico". Se despidió del dueño del lugar, se puso un gorro de pana y subió a su automóvil Mercedes Benz. Manejó, solo, hasta el Maral 39. Ya era sábado 5 de marzo, cerca de la 1.15.
El reencuentro
Las especulaciones sobre las últimas horas en la vida del humorista se multiplicaron en los medios, y a lo largo de los últimos 30 años no dejaron de aparecer teorĂas, explicaciones difusas, versiones distintas de lo que los protagonistas dijeron en un primer momento, y hasta mitos. Lo cierto es que una sola persona fue testigo directa de lo que ocurrió: Nancy Herrera, quien para su edición del 31 de marzo de 1988 dio su testimonio exclusivo a la revista Gente.
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Embarazada de pocas semanas, la actriz recibió a la revista y reveló secretos de la pareja hasta el momento desconocidos. Contó que se conocieron cuando ella tenĂa 3 años y se acercó al cómico cuando éste interpretaba al Capitán Piluso. Que estaban en proceso de reconciliación con quien habĂa sido su marido, después de un año tumultuoso tras la separación. Que él de noche usaba escarpines que le habĂa tejido ella especialmente porque él padecĂa el frĂo marplatense. Que conservaba varios trajes de los distintos personajes que interpretaba el actor. Que él le regalaba muñecos. Que planeaban hacer un viaje juntos cuando terminara la temporada de verano. Que quiso esperar para decirle que tenĂa un atraso de algunos dĂas y que probablemente estaba embarazada.
"Esa noche llegué pasadas las 10 a Mar del Plata. Antes habĂa llamado a Yiya, la señora que limpia. 'ÂżQué le hizo de comer a Alberto?'. Le habĂa hecho milanesas y tortilla. Le pedĂ: 'CuĂdemelo y guárdeme milanesas, porque voy a llegar con hambre'. Fui al departamento. Me duché. Le escribĂ el mensaje en el espejo con el mismo jabón con que me habĂa bañado: 'Te ama, Nan'. Y le arreglé la cama, que estaba algo revuelta porque Alberto habĂa dormido la siesta", reconstruyó. También señaló que se encontró con un cajón de verduras sobre la mesada.
"Ordené las papas y las verduras y vi en la heladera cuatro botellas de champagne. Íbamos a festejar", apuntó.
Herrera aseguró que pasada la medianoche Olmedo llegó al departamento con el cochinillo que habĂa sobrado "de regalo", y que estaba feliz.
"Me abrazó fuerte y me dijo: 'No te dejo ir más, Negra. Yo ahora puedo tener todo lo que quiero en la vida. Todo. Cualquier cosa. Pero me falta el amor. Y el amor sos vos'", relató.
Consultada sobre la cantidad de alcohol que consumieron en aquellas horas, la actriz aseguró:
"Nosotros no tomábamos seguido. Pero cuando tomábamos, tomábamos mucho. Cada 10, 15 dĂas. No siempre". Luego, Herrera tuvo el siguiente diálogo con las periodistas de Gente que la entrevistaron en aquella oportunidad.
âÂżY la droga? âNo, Alberto nunca tomó nada raro. âÂżY cómo puede ser que soportara tanto alcohol sin droga? âEstaba acostumbrado a tomar. âÂżQué más pasó? ÂżPor qué no hicieron el amor? âNo hicimos el amor porque creĂamos que tenĂamos todo el tiempo del mundo y necesitábamos hablar.
Entre otros temas, la actriz aseguró que charló con Olmedo de la detención de Monzón, algo que tenĂa preocupado al artista. Después no pudieron soslayar lo inevitable: pasaron a hablar de lo que habĂa ocurrido entre ella y Fontana, quien habĂa sido amigo del cómico.
"Ya no me duele tanto ese tema", le habrĂa asegurado Olmedo.
Pasaban las horas, seguĂan conversando. La mujer estaba contenta porque vio que en el espejo del baño él habĂa respondido la declaración de amor que ella le habĂa dedicado más temprano:
"Eu tamben, Al". Para varios se trató de una picardĂa, de una broma fatal.
Lo cierto es que, ya entrada la mañana, Olmedo se asomó al balcón. Los medios de la época llegaron a especular sobre una misteriosa bolsa que él supuestamente mantenĂa oculta allĂ. También dijeron que él se subió a caballito de la baranda. Resbaló. Ella intentó atraparlo pero, según aseguró en aquella primera entrevista después de la tragedia, no lo pudo detener:
"Él no le tenĂa miedo a la altura, eso es mentira. Estaba eufórico esa noche, feliz. Como esas personas que toman dos copas de más, Âżentendés? Pero no sé por qué fue hasta la baranda. Yo traté de salvarlo. Hice lo que pude. Pero en un momento él soltó las manos y me miró fijo. Cayó con los brazos abiertos. En cruz, mirándome. Como diciéndome: 'Negra, no llores, ya no hay nada que hacer'. No gritó. Nada".
Fuente :
Infobae