La boda que superó los 65 puntos de rating

Una pareja con enanismo llegó al altar de la mano de Roberto Galán

En tiempos de Tinder, Badoo y otros soportes de vinculación sentimental ultratecnológica, la crónica que detallamos a continuación constituye una bella historia de amor que, más allá del tiempo transcurrido, sigue conmoviendo, y cuyos principales protagonistas la vivieron como un cuento de hadas y príncipes, colmada de bellas fantasías por doquier. Obtuvieron popularidad, la atención del periodismo y el cariño y la admiración del público. Ellos eran los integrantes de una pareja con enanismo que se conocieron en aquel recordado ciclo del conductor y periodista Roberto Galán "Yo me quiero casar, ¿y usted?". El programa, como se recordará, se emitía por la pantalla del entonces Canal 11, allá en 1972. Los grandes protagonistas de esta historia: Teresita María Fauret (27) y Héctor Ramón Sotelo (23), quienes se convirtieron en marido y mujer luego de pasar por el Registro Civil ubicado en Bernardo de Irigoyen 1582, de la Capital Federal. El gran acontecimiento fue transmitido por la pantalla de Canal 11, cuyo dueño era Héctor Ricardo García, y contó con la cobertura especial de calle de los periodistas Emilio Ariño y Horacio Aiello.



Los dos personajes de este emotivo relato llegaron al mencionado Registro Civil de manera por demás elegante: Teresita lucía un vistoso traje ocre con detalles de fantasía dorados y zapatos y cartera marrones, en tanto que Héctor vestía un impecable traje oscuro cruzado y una corbata color lila. Ambos se mostraban coquetos, elegantes y desbordados de felicidad.

Luego de cumplimentar todos los pasos en la ceremonia civil, los novios se dirigieron a Canal 11 para participar del programa "en vivo y en directo", oportunidad en la que fueron agasajados por un público que no dejaba de vivar un solo instante a los contrayentes. En tanto, a las 20.30 de ese 15 de junio de 1972, Teresita y Héctor cumplieron el capítulo más saliente de sus vidas: en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe (Paraguay 3901) tuvo lugar la ceremonia religiosa con el "sí, quiero" que marcaría un antes y un después en la vida de esa pareja y que contó con dos padrinos de lujo: el Tigre Roberto Rimoldi Fraga y Ramona Galarza. Posteriormente, se llevó a cabo la gran fiesta gran en el salón Longchamps, que se encontraba ubicado en Canning (hoy Scalabrini Ortiz) y Santa Fe.

Pero la ceremonia religiosa, transmitida en vivo y en directo por Canal 11, registró como dato estadístico extraordinario un rating de 65 puntos, en tanto que nada más ni nada menos que 2.500 almas se acercaron a la basílica para manifestarle al flamante matrimonio afecto y cariño, muestras que se repitieron durante toda la noche. Cabe acotar que en el momento de la llegada de los novios se produjeron corridas, empujones y desmayos, equivalente a los desmanes que puede generar la concurrencia masiva a un estadio de fútbol.

La Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe es la construcción religiosa más antigua del barrio de Palermo, ya que fue edificada en 1890. Ofició de celebrante de la misa el cura Javier Soleck, de la congregación del Verbo Divino. La nota de color de la inolvidable velada fue la asistencia de unas treinta hermanas del colegio Don Orione de San Miguel y de Avellaneda. Entre ellas se encontraba la religiosa Matilde Damonte, quien, precisamente, había criado a Teresita durante su infancia. Por otra parte, llegaron especialmente para la ceremonia dos hermanos de Sotelo, desde Formosa y Rosario: Carlos Roberto y Emilio, de 29 y 21 años, respectivamente, quienes vivieron con emoción el gran acontecimiento de Héctor. El novio arribó a la iglesia vestido de jaquet y con corbata gris, y Teresita lo hizo con un modelo crepé, de línea monacal, ruedo ribeteado con cinta de raso blanca, tocado con tul y un pequeño bouquet de flores silvestres blancas, amarillo pálido y rosas, haciendo juego con el ramo y las cintas. La música de Mendelshon, Wagner y Bach le puso el toque de solemnidad y encanto al ingreso, a la ceremonia de los anillos y a la salida de los novios. El clima que se vivió, tal como consignamos, se encontraba cargado de emoción y la gente acompañaba con innumerables gestos de cariño, como si fueran familiares directos de la simpática pareja. Fue, en definitiva, una página de afectos para atesorar en nuestros corazones, con libertad, respeto, admiración y exenta de todo tipo de discriminación.

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