Interpretó un rol clave en la serie del agente Maxwell Smart. Pero cuando el programa se interrumpió, cayó en la depresión, añorando lo que ya no volverÃa a ser. Lo encontrarÃan sin vida, poco tiempo después
Si hablamos de series que quedaron en el registro de varias generaciones, una de ellas es El Superagente 86. Se estrenó en 1965 y a lo largo de cinco temporadas contó con 138 capÃtulos. Fue creada por Bucky Henry y Mel Brooks, y rápidamente se convirtió en un verdadero éxito que recorrió el mundo. Se trató de una parodia del conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Control, una agencia secreta del gobierno norteamericano, luchaba contra Kaos, una organización que querÃa exterminar el mundo.
Al enfocarnos en los protagonistas, todas las luces se las llevó Don Adams, quien se puso en la piel de Maxwell Smart. AhÃ, muy cerquita, estuvo Bárbara Ann Hall, la Agente 99. Con sus contrapuntos y cierta tensión, forjaron una gran dupla: los envolvió un amor no correspondido, un romance que no se animaron a concretar, siempre hablando de la ficción, claro.
Y como olvidar al Jefe, quien -al igual que la 99- jamás fue llamado por su nombre en toda la serie, salvo en un capÃtulo: Maxwell lo dejó en evidencia llamándolo Tadeo. El actor Edward Platt fue el responsable de interpretar a ese hombre serio, ordenado y, sobre todo, muy paciente ante las reiteradas faltas laborales de su subordinado.
El Agente 86 no era de los mejores en su puesto: le aportaba un toque de humor a su torpeza. Pese a su ineficacia, el Jefe lo querÃa, tal vez porque sus colegas tampoco se destacaban demasiado. En uno de los capÃtulos, en uno de los escasos ataques de ira que tuvo en la serie, amenazó con despedirlo. En ese momento, Smart le dice: “Mire que si me echa a mÃ, el que quedará en mi lugar es el agente Larabeeâ€. Esa frase lo salvó de ser removido de su puesto.
Platt fue un reconocido actor que supo encontrar la gloria, brillar en lo más alto, pero que murió solo y en el anonimato. No supo -o no quiso- salirse de ese personaje tan amado por el público, que le otorgó gran una popularidad. A lo largar, eso traerÃa sus consecuencias.
Primeros pasos
Edward Platt nació el 14 de febrero de 1916 en Staten Island, en Nueva York, Estados Unidos. Cuando terminó el colegio siguió sus estudios en la Universidad de Princeton. Pero su pasión, y sobre todo su talento, fueron atenuantes para que pasara al conservatorio Juilliard, con la intención de convertirse en un cantante de ópera. Rápidamente quedó seleccionado para ser parte de la orquesta de Paul Whiteman. La Segunda Guerra Mundial cambiarÃa los planes.
Con la incursión de Estados Unidos en el conflicto bélico, Platt recibió el llamado para alistarse. No estuvo en combate, sino que fue operador de radio: con su voz, clara y fuerte, se encargaba de trasmitir los mensajes entre los distintos frentes de batalla.
Cuando volvió a su paÃs, incursionó en el mundo del cine. Su primera pelÃcula fue The Shrike, en 1955. Ese mismo año fue parte de Rebelde sin causa y su nombre empezó a cobrar otra magnitud. Buscando otros rumbos dentro de lo artÃstico, en 1958 protagonizó el musical ¡Oh, Capitán!, en Broadway, entro otros tantos papeles significantes.
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