Un vuelo con destino al Triángulo de las Bermudas

Se trató de una misión militar, realizada en 1945, la cual tuvo un final inesperado porque desde el último contacto no se supo más nada de la nave ni de sus tripulantes.

Si hay un caso que gastó cataratas de tinta, horas de debate y fue analizado desde diferentes ópticas, algunas evaluativas, otras evidentemente alocadas, unas cuantas sin definición y muchas más que rozan lo inexplicable, es el episodio que en 1945 tuvo por escenario el siempre enigmático Triángulo de las Bermudas y como protagonistas a varios aviadores estadounidenses de una escuadra de cinco torpederos Grumman TBM Avenger de la Marina que partieron desde Fort Lauderdale, en la penĂ­nsula de la Florida, a realizar unas prácticas y que jamás regresaron.
 
Conocido como el incidente del Vuelo 19, es uno de los clásicos de misterio indescifrable, y un hecho que desató, desde entonces, la mala fama en toda esa región caribeña que une los puntos de Miami, islas Bahamas y Puerto Rico. Incluso, alcanzó ribetes insospechados cuando otra aeronave, que salió en la búsqueda de los aviones perdidos, también desapareció. Esta es la historia.

Los hechos
Todo sucedió el 5 de diciembre de 1945. De acuerdo con el escritor estadounidense Charles Berlitz (1914-2003), el primero en investigar y popularizar el también llamado “triángulo maldito”, el hecho se produjo cuando varios aviadores navales simplemente desaparecieron después de que informaran de varios efectos electromagnéticos y visuales extraños.

ÂżCuál era la misión? Realizar un vuelo rutinario de 500 km antes de regresar a la base. Pero a las 15.45, hora en la que, según el plan, los torpederos debĂ­an estar a punto de aterrizar, se produjo un primer mensaje inquietante del comandante del escuadrón, Charles Taylor: “Emergencia. Parece que hemos perdido el rumbo. No podemos ver tierra”.

Y en respuesta a la sugerencia de la torre de control de dirigirse rumbo al oeste, el teniente responde: “No sabemos en qué dirección está el oeste. Todo va mal. Todo es extraño. Incluso el océano tiene un aspecto anormal”. Poco después de las 16.20, apenas se supo nada más de los aviones del Vuelo 19, pese que se intuye que volaron más de 4 horas hasta que se quedaron sin combustible y cayeron al mar.

Se puso en marcha un formidable operativo de rescate que duro tres dĂ­as, cubriendo más de 500.000 kilómetros cuadrados. ÂżResultado? Ni rastro de los Avenger.
 
Lo que averiguó Berlitz
El análisis de Berlitz no habrĂ­a sido del todo acertado. Aseguraba en sus análisis que, por la conformación especĂ­fica de esas aeronaves, los restos de los Avenger flotarĂ­an por largos perĂ­odos de tiempo, y que los deberĂ­an ser encontrados en los siguientes dĂ­as de perdido el contacto, considerando que en esas jornadas se registró una marea tranquila y cielo despejado.

Pero no sólo no se pudo encontrarlos, sino que un avión de búsqueda de la Marina que mandaron al rescate del Vuelo 19 también se debió dar por desaparecido. La intriga se incrementó por entonces al conocerse que el informe redactado por las autoridades de la Marina de los Estados Unidos, muy reacia a reconocer todo lo relacionado con temas de ovnilogĂ­a, lo atribuyó a “causas o razones desconocidas”, sin dar una explicación creĂ­ble.

No estaba tan errado
Si bien en su investigación hubo errores de apreciación, igual varios hechos de la historia relatada por Berlitz son concretos, exactos, aunque omitió en su descripción una serie de detalles importantes para entender qué sucedió. En ese sentido, la visión de un experimentado escuadrón de aviadores de combate perdiéndose en una tarde soleada es inexacta. Parece ser que, para cuando se recibió la última transmisión de radio del Vuelo 19, se habĂ­a desatado en la zona de operaciones una fuerte tormenta, muy habitual en una región inestable desde lo climatológico, aunque no sea diciembre el mes con las mayores tormentas.



Detalles a considerar
De aquella flota, tan sólo el lĂ­der, el teniente Charles Carroll Taylor, tenĂ­a experiencia de combate y horas de vuelo significativas, algo importante en este tipo de maniobras conjuntas. Aunque también se conoció luego que Taylor no tenĂ­a mucha experiencia en ese área en particular, e incluso que todos los aprendices bajo su mando conocĂ­an más la región que él.

Asimismo, en el informe de la Armada yanqui, Taylor fue descripto como un lĂ­der calmado y confiado. En cambio, las transmisiones de radio del Vuelo 19 lo revelaron desorientado, carente de confianza en sus decisiones y completamente perdido en cuanto al rumbo tomado y a la posición en la que se encontraba ese escuadrón.

Además, las afirmaciones exageradas establecĂ­an que todos los aviones tuvieron problemas con sus brújulas, aunque los informes navales y registros escritos de las conversaciones entre el teniente y otros pilotos del vuelo no habrĂ­an indicado precisamente esa falla generalizada, algo recurrente en esa enigmática zona de tránsito aéreo. En cuanto al informe de la Marina, el original atribuyó el accidente a la confusión del comandante de vuelo.

El teniente Taylor previamente habĂ­a abandonado su nave en dos ocasiones en medio del PacĂ­fico tras haberse perdido, para regresar al portaaviones. Sin embargo, el informe se alteró para retratar otra situación debido a los deseos de su familia.

ÂżQuién dice la verdad?
Mientras Berlitz afirmaba que esas aeronaves estaban preparadas para poder hacer un amerizaje en caso de emergencia, en cambio, experiencias tanto previas como posteriores habrĂ­an demostrado lo contrario. La prueba en batallas aéreas e incursiones en el océano PacĂ­fico dejaba en claro que un TMB Avenger se hundĂ­a muy rápidamente si el piloto sufrĂ­a un desperfecto o era atacado y debĂ­a intentar amerizar. Por eso mismo habrĂ­a sido muy difĂ­cil amerizar, especialmente con pilotos novatos al mando en las cambiantes aguas del Triángulo de las Bermudas.

ÂżQué habrá sucedido?
Considerando que Taylor haya fallado en sus decisiones, y que sus novatos subordinados lo siguieron ciegamente en sus órdenes, que todos se perdieran en el mar podrĂ­a haber sido una conclusión valedera, pero jamás se ha descubierto siquiera un rastro del fatĂ­dico Vuelo 19.

Eso, en sĂ­, es un enigma difĂ­cil de entender, porque naturalmente, si se pierden varios aviones, las posibilidades de dejar manchas de combustible, metales livianos esparcidos, vidrios, e incluso cadáveres, serĂ­a más que probable. Y nada de eso pasó.

En un documental sobre este caso misterioso de un equipo de History Chanel, se hizo notar que un piloto puede confundir fácilmente su ubicación si permite que su imaginación controle su razón. AsĂ­, según esa entrega, la evaluación más probable es que fue el teniente Charles Taylor quien se confundió y al desorientarse equivocó el rumbo.

Siendo indeciso en última analogĂ­a de la situación del vuelo, habrĂ­a creĂ­do incorrectamente que estaban lejos del sureste de los cayos de Florida, y habrĂ­a decidido virar bruscamente hacia la derecha, pensando que encontrarĂ­an tierra. En cambio, según esa teorĂ­a, ellos se ubicaban exactamente donde debĂ­an estar, fuera de las Bahamas, y al girar a la derecha los llevó más adentro del Atlántico.

Esto también podrĂ­a explicar por qué los aviones aún no fueron encontrados, ya que muy pocas búsquedas se han concentrado en las inmensas áreas abiertas del océano.

ÂżEs cierta esa versión?
De seguirse esa lĂ­nea de explicación, en general la más aceptada por especialistas navales y civiles que analizaron el incidente, se concluye que el teniente Taylor se confundió de ubicación, eso lo desorientó, llevando a su tripulación al mar abierto, donde se les acabó el combustible y amarizaron en aguas tormentosas durante la noche. Y aunque los pilotos sabĂ­an que Taylor estaba equivocado sobre su ubicación, él era el lĂ­der y estaba al mando, por lo que no serĂ­an capaces de desertar para intentar otro rumbo.

Nótese que cuando Taylor escucha la exposición de uno de los jóvenes aviadores, sobre la necesidad de volar hacia el oeste para buscar tierra firme, ya se encontrarĂ­an lo suficientemente lejos como para intentar regresar a una pista en tierra firme.

AsĂ­, y tras un largo proceso, la posición oficial de la Marina sobre el incidente no refleja ningún misterio relacionado con lo que le pasó al Vuelo 19, ya que llega a la conclusión de que la culpa residió completamente en el teniente Charles Taylor, y el único misterio para la fuerza naval yanqui es dónde se habrĂ­an estrellado los aviones.

Otras opciones
Aunque se la ha descartado por disparatada, y porque no se logró probar esta teorĂ­a, otra hipótesis en ese mismo documental declara que los aviones realmente pudieron haber estado en donde Taylor dijo haber fijado su posición, pero que se estrellaron en los pantanos de Georgia.

Una hipótesis tomada con escepticismo, porque tampoco allĂ­ se encontraron rastros. En cuanto a otras opciones, se sabe que las fuerzas armadas yanquis suelen no especular con fenómenos reñidos con la lógica terrestre, como ovnis, los producidos por fallas electromagnéticas y cualquier otro suceso inexplicable para la lógica racional.

En ese sentido, por años se especuló con que el escuadrón pudo cruzarse imprevistamente con algo no especĂ­fico que lo sacó de su ruta. Otra argumentación es la que indica que el escuadrón pudo ingresar en una zona en la que efectos electromagnéticos hicieron perder el control de brújulas y otros medidores, para hacerlos perder irremediablemente.

Por último, se ha considerado que, en medio de un cielo claro y volando en dirección correcta, cruzaron una ventana dimensional, trasponiendo los lĂ­mites de lo que se conoce en la Tierra para pasar a otro plano, por lo que su destino resulta indefinidamente incierto.

Conclusión
Debido a un error humano, a inclemencias climáticas, a potenciales fallas magnéticas de los instrumentos, a la aparición de uno o varios ovnis, o bien si dieron un salto dimensional para pasar a otro plano, uno de los enigmas más increĂ­bles del Triángulo de las Bermudas se identifica con el misterioso Vuelo 19.


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