Comenzó como actor dramático, pero se convirtió en el rey del absurdo. Protagonista de comedias disparatadas, fue un generador de risas. Ni la muerte le impidió hacer un último gran chiste
Cuando a Leslie Nielsen le llegó el guión de ÂżY dónde está el piloto? ya habĂa participado en 100 pelĂculas, encarnado 200 personajes y aparecido âliteralmente- más de mil veces en televisión. Pese a lo que se denomina una âprolĂficaâ carrera nunca habĂa logrado pasar a la categorĂa âactor famosoâ. Para los espectadores resultaba una cara conocida, pero pocos, muy pocos, podĂan decir su nombre. Los productores lo sabĂan pero no lo consideraban para protagónicos.
Leslie no querĂa admitirlo pero a los 54 años sentĂa que ya habĂa pasado âsu cuarto de horaâ. El guión en sus manos se lo demostraba. Lo convocaban para realizar un rol secundario, como siempre. Pero lo que lo asombró/indignó fue que era para una pelĂcula que parodiaba las de catástrofes aéreas. Es cierto que al menos reconocĂan su capacidad de transformar lo dramático en cómico. Desarrolló esa capacidad, allá lejos y hace tiempo cuando fue el escudo que descubrió contra la violencia de su padre. Si lograba hacerlo reĂr, el golpe no llegaba.
En su Canadá natal, la infancia tuvo poco de idĂlica. A la violencia de su padre policĂa se le sumó que contrajo raquitismo. La enfermedad dejó secuelas fĂsicas. Sus piernas quedaron arqueadas lo que derivó en una forma de andar distinta. AsĂ que otra vez, el humor lo salvó del dolor/bronca que le provocaban las burlas de sus compañeros.
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El histrionismo no solo era un buen escudo contra burlas y sopapos, sino también algo que le salĂa bien y le gustaba. Cuando insinuó en su casa que deseaba ser actor, la mirada fulminante de su padre paralizó su deseo. Aunque era considerado sordo y debĂa usar audĂfonos se anotó en la Fuerza Aérea canadiense donde recibió entrenamiento como artillero aéreo. Pero ây por suerte siempre hay un pero- la familia contaba con un tĂo actor. Jean Hersholt, habĂa sido una estrella del cine mudo e incentivó a su sobrino a dedicarse a lo que amaba.
AsĂ que el joven, escuchó a su tĂo, desoyó a su padre, armó sus valijas y se marchó a Nueva York. Gracias a una beca logró estudiar en la escuela de teatro The Neighborhood Playhouse. Se anotó en pruebas y audiciones y apenas consiguió una pequeña aparición en un programa de televisión âEstudio Unoâ. Le pagaron 75 dólares. Si la suerte le era esquiva en el este irĂa a buscarla al oeste, juntó sus cosas y marchó a Los Ángeles. El viaje de varias horas, le demandó varios dĂas. Sin auto ni plata para pasajes llegó haciendo dedo.
Sus ganas de trabajar eran inversamente proporcionales a sus oportunidades laborales. Hizo algunos pequeños papeles y en un momento se âcansó de remarlaâ y volvió a Canadá. Estuvo unos meses, no consiguió buenos papeles pero sĂ empleo de musicalizador de una radio. No era lo suyo y volvió a Hollywood, si iba a fracasar al menos lo harĂa intentando lo que le gustaba.
Al cumplir los 30 parecĂa que por fin le llegaba la gran oportunidad. Fue protagonista de El rey vagabundo y El planeta prohibido. Pero lo que parecĂa el inicio de la carrera se fue transformando en un camino irregular donde alternaba papeles en televisión con roles en pelĂculas. Su rostro adusto y serio era ideal para papeles de malvado o conflictivo.
En 1970 otra vez creyó que la gran oportunidad llamaba a su puerta. Lo convocaron para La aventura de Poseidón. La pelĂcula fue un éxito mayúsculo pero ây otra vez siempre hay un pero- él protagonizaba al capitán de un barco que⊠se hundĂa. Leslie pensó que la vida no era nada sutil para mandarle mensajes. Y como siempre que se está mal se puede estar peor, a su errática carrera se le sumó un segundo divorcio. Su esposa Alisande Ullman decidió separarse después de diez años juntos y dos hijas.
Cuando en 1979 le llegó el guión de David Zucker, Jim Abrahams y Jerry Zucker para interpretar al doctor Rumack en ÂżDónde está el piloto? no supo muy bien por qué lo convocaban. Los guionistas le explicaron que precisaban actores que los espectadores conocieran de pelĂculas dramáticas, al verlos en clave de humor los gags serĂan más efectivos. Un actor famoso jamás aceptarĂa ese rol, pero uno conocido sĂ. Su semblante adusto y grave enmarcado por su cabellera canosa era ideal ya que necesitaban alguien capaz de permanecer serio e imperturbable mientras protagonizaban una serie de gags de humor desopilante.
Y como para muestra alcanza un botón va un diálogo de Rumack/Nielsen: "Hay que llevar a esta mujer a un hospital. -ÂżA un hospital? ÂżQué es, doctor? -Un gran edificio lleno de enfermos y a veces faltan camasâ. Todo dicho con la seriedad de un parlamento de Shakespeare.
La pelĂcula llevó el humor absurdo a un nivel superior y se convirtió en éxito global. Y como el éxito trae al éxito, Leslie encontró por fin reconocimiento y buenos proyectos. De ser un conocido actor de reparto pasó a ser un famoso comediante sin jamás mudar su expresión seria. A ÂżDónde está el piloto? le siguió y ya en un rol principal, la saga de La pistola desnuda.
Leslie explotó una capacidad única para hacer cosas que no tienen gracia de una manera que tampoco tiene gracia y lograr que el público estallara en carcajadas. Para convencer de su talento le alcanzaba una pequeña prueba. DecĂa una frase cotidiana estilo âÂżPueden venir a cenar?â como Leslie y luego la repetĂa como uno de sus personajes y no habĂa manera de no estallar de risa.
Su capacidad para el absurdo lo llevó a ser uno de los pocos actores que protagonizó las tapas de Penthouse y Playboy. Lo hizo rodeado de chicas en bikini, caracterizado como sus personajes y manteniendo su cara de âno me puede estar pasando esto a mĂâ.
A la edad que la mayorĂa de la gente piensa en el retiro, Leslie encontró que estaba más activo que nunca. El humor lo rejuveneció y comprobó que por fin estaba haciendo lo que deseaba hacer. Las pelĂculas se sucedieron. Drácula: muerto, pero feliz, Duro de espiar, una serie de pelĂculas Scary Movie y Superhéroes: La PelĂcula. Los tĂtulos no siempre eran elogiados por la crĂtica pero el público sabĂa que era garantĂa de risas o al menos de olvidar por un rato un pésimo dĂa.
Junto con las buenas laborales, también le llegaron nuevas oportunidades en el amor. En 1981 se casó con Brooks Oliver pero a los dos años se divorció. Pero ese mismo año conoció a Barabaree Earl. Se casaron en 2001 y no se separaron más.
Con el éxito asegurado, Nielsen comenzó a ser invitado frecuente en los programas de televisión. AllĂ seguĂa ejerciendo su humor absurdo como esa vez que contó que pensaba internarse en una clĂnica de rehabilitación porque no podĂa dejar de consumir chistes malos o aseguraba que habĂa sido nominado a premios con nombres tan rimbombantes como inexistentes. SolĂa satirizar distintos momentos de su vida. Si le preguntaban sobre su vocación actoral aseguraba que âA 150 kilómetros del CĂrculo Polar, con cuatro meses de duro invierno a 50 grados bajo cero, todo lo que se ve es nieve. En algún momento comienzas a hablar contigo mismo. Creo que ese fue el comienzo de mi carrera actoralâ y si le decĂan que era el Lawrence Olivier de la parodia contestaba âque eso hace a Lawrence Olivier el Leslie Nielsen de Shakespeareâ. Si le preguntaban si querĂa volver a interpretar papeles serios replicaba que para eso estaba Eric su hermano, nombrado ministro de Defensa y luego viceprimer ministro de Canadá.
Pero su âmarca de fábricaâ fue un pequeño artefacto que siempre llevaba en su bolsillo y que al apretar disimuladamente lanzaba un sonoro, distinguido y reconocible pedo. El actor solĂa usarlo en los reportajes para ver la reacción de su interlocutor y comprobar que lo miraban asombrados/disgustados y finalmente no disimulaban sus ganas de reĂrse. Lo usaba cuando le presentaban a los técnicos de filmación, a sus compañeros de elenco e incluso para evitar peleas. "La de lĂos que me evité con esta máquina de pedos. Siempre la llevo encima, y cuando alguien se pone violento, la saco y la utilizo a discreción: nadie puede resistirse, la gente empieza a reĂrse, y cuando te estás riendo se te van las ganas de pelear. Es un invento maravilloso y un compañero de viaje imprescindible". Hasta desarrolló una teorĂa sobre cómo hombres y mujeres encaraban un âescape de gasâ. âEl pedo genera muchos conflictos. Pondré un ejemplo: si una mujer bonita deja ir uno de esos, puede salirse con la suya tranquilamente. Basta con que tome la decisión de no decirle a nadie que fue ella. Un hombre nunca podrĂa hacer eso".
Pero se ponĂa serio cuando reflexionaba sobre el cariño de la gente. âLas personas me quieren, formo parte de sus vidas y me encanta que sea asĂ. Esa es la gran virtud del humor, que la gente te relaciona con los buenos momentos, con sus buenos momentos. Siempre estará ahĂ, lo que la gente recordará cuando me haya idoâ.
El 28 de noviembre de 2010 a los 84 años y luego de una neumonĂa que se complicó falleció en su casa rodeado de su esposa y sus dos hijos. Pero el hombre que hizo de la risa un modo de vida no dejarĂa que la muerte derrotara a la risa. Junto a su tumba hay un banco con un último consejo que dio a los que desean seguir sus pasos: âSiéntate siempre que puedasâ. Pero su última gran broma está en su tumba. Ordenó que se escribiera âLet âer ripâ frase que se suele traducir como un permiso para comenzar algo, pero que también permite un juego de palabras en inglés entre el RIP de los fallecidos y el ârip a fartâ que significa âtirarse un pedoâ. Un final poco solemne pero absolutamente coherente.
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