Un crimen perfecto en el pueblo al que un juez llamó “de los infieles”

A Ángel Palacios (27) lo mataron de un tiro en la frente en Dennehy, un poblado bonaerense a 240 km de Capital. Por el hecho detuvieron a su mejor amigo.

La policĂ­a estaba convencida de que Clemente Villegas (32) lo habĂ­a matado porque mantenĂ­a una relación prohibida con su mujer. Pero en el juicio oral fue declarado inocente.

La lectura del fallo fue escandalosa no solo porque el crimen quedó impune sino que todo el pueblo fue puesto bajo sospecha por infidelidades masivas y “francachelas sexuales”

En Dennehy, un minúsculo poblado bonaerense ubicado a 240 kilómetros de la Capital Federal e inmerso en plena llanura pampeana, nunca habĂ­an sucedido hechos delictivos de importancia y desde hacĂ­a 15 años no contaba con destacamento policial. Pero todo cambió la madrugada del 10 de marzo de 2005 cuando un crimen -el primero en toda su historia- quebró la tranquilidad de sus 100 habitantes, quienes empezaron a buscar posibles sospechosos.

A Ángel Palacios (27) lo fusilaron de un tiro en la frente. Lo interceptaron mientras caminaba por una calle de tierra, a 50 metros de la estación, y lo obligaron a arrodillarse para matarlo. Se puso las manos en los bolsillos de la campera y agachó su cabeza, sin resistirse. El impacto del proyectil le causó una lesión irreversible y falleció dĂ­as después por un paro cardiorrespiratorio.

“AquĂ­ vivimos cuarenta familias, no es posible no saber quién fue… Ahora tenemos temor y nos miramos con desconfianza. Entre la gente de este pueblo hay alguien que sabe mucho más de lo que dice… Si el asesino no está entre nosotros alguien conoce a la persona que vino a matarlo. También conoce el motivo. Si la justicia argentina no es capaz de resolver un crimen en un pueblo de 100 habitantes, creemos que estamos perdidos. El pueblo de Dennehy de pie”, decĂ­a la solicitada firmada por los vecinos en diario El 9 de Julio, cuatro dĂ­as después del asesinato.


Ángel Palacios, un peón rural de 28 años, fue asesinado de un tiro en la frente cerca de la estación de trenes de Dennehy

Por el hecho, culparon a Clemente Villegas (32), un peón de campo muy pobre que vivĂ­a y trabajaba en Dennehy. Era el mejor amigo de la vĂ­ctima y todos sabĂ­an que el difunto mantenĂ­a relaciones sexuales prohibidas con Lorena Valbuzzi (28), su mujer, y otras tantas más.

La principal hipótesis que manejaban los investigadores era que Villegas, “el cornudo”, se habĂ­a hartado de las infidelidades de su esposa y habĂ­a matado a Palacios por celos. Todo apuntaba a un crimen pasional.

“Pero el crimen nada tenĂ­a que ver con un asunto de polleras y sexo. Esa versión habĂ­a sido plantada por la policĂ­a para desviar la atención del verdadero motivo del asesinato”, contó a Infobae el doctor Hugo López Carribero, abogado defensor de Villegas.

Lo más curioso es que ninguno de los pobladores vio nada -cuando todos viven con sus puertas y ventanas abiertas- y solo unos pocos escucharon el tiro a pesar de que el crimen se cometió en la calle principal, a pocos metros del almacén donde van a comprar casi todos los vecinos.

Otra cuestión que también resulta extraña es que el hecho ocurrió durante una noche de verano, cuando la gente suele quedarse despierta hasta tarde porque no puede conciliar el sueño por tanto calor.


Dennehy cobró notoriedad a nivel nacional a raĂ­z de un inédito fallo judicial que describió al lugar como "el pueblo de las francachelas sexuales" (Miguel Ángel Leyes)

Los misterios de este caso son innumerables. “Posterior al crimen pasaron por el mismo lugar donde fue encontrado el cuerpo agonizante de Palacios autos, colectivos e incluso vacas y caballos. Es como si la policĂ­a no hubiera tenido interés en que se preservara la escena del crimen para posteriores investigaciones de peritos forenses”, precisó López Carribero.

La policĂ­a de 9 de Julio arribó al poblado recién durante la mañana de ese 10 de marzo y tras entrevistar a varios testigos depositó todas sus sospechas sobre Villegas, quien terminó admitiendo su culpabilidad.

“Éramos amigos, éramos como hermanos”, dijo el peón de campo al declarar en la comisarĂ­a de 9 de Julio, el 6 de agosto. “Él me cogĂ­a a mi mujer y yo era para todos el cornudo”, explicó Villegas, de acuerdo a lo que le informó la policĂ­a a la fiscalĂ­a de Mercedes, que intervenĂ­a en el caso.

Pero luego, la justicia comprobó que Villegas habĂ­a admitido ser el asesino bajo presión policial psĂ­quica y fĂ­sica. Su abogado contó que le habĂ­an arrancado la confesión amenazándolo con que meterĂ­an presa a su mujer, le sacarĂ­an a sus hijos y los enviarĂ­an a un orfanato. También lo asustaron con que lo encerrarĂ­an con los “violines”. Los policĂ­as lo confundieron tanto con los golpes y las amenazas que el peón admitió haber usado un arma para matarlo.

Incluso, remarcó López Carribero, antes de declararse culpable habĂ­a sido llevado en reiteradas oportunidades a la comisarĂ­a para prestar testimonio. Los policĂ­as lo intimidaban a toda hora y en todo lugar: lo interceptaban en la calle haciendo mandados y se lo llevaban a la comisarĂ­a; lo iban a buscar al trabajo y lo metĂ­an en el patrullero. “Lo hostigaban para que entrara en pánico y se quebrara emocionalmente”, dijo el letrado.



Le prometieron que si decĂ­a que habĂ­a matado a Palacios porque éste habĂ­a sacado primero el cuchillo, el fiscal le iba a “dar una mano” por ser en defensa propia. Pero además de la confesión se necesitaba el arma homicida, que nunca apareció. Por eso, en la denuncia policial hicieron figurar que su tĂ­o Pedro Villegas habĂ­a actuado como cómplice escondiendo el revólver con el que habĂ­a cometido el crimen.

A pesar de los dichos de Villegas en la comisarĂ­a, dos dĂ­as antes habĂ­a dado una versión totalmente opuesta ante el fiscal de Mercedes, Ignacio Gallo. Aseguró que no tenĂ­a nada ver con el crimen y que no sabĂ­a quién podĂ­a haber matado a Palacios. Que la noche del hecho habĂ­a estado trabajando hasta las 21.30, se fue a su casa, se baño, comió y a las 23 se acostó.

Pero también aportó un dato llamativo, que no despertó ningún tipo de investigación. Declaró que la noche del crimen se habĂ­a cruzado con un vecino de Dennehy al que todos le tenĂ­an mucho miedo muy cerca de donde apareció el cadáver de Palacios. Se trataba de Walter Arce, un ex policĂ­a de la Bonaerense exonerado de la fuerza por motivos que él no dejaba que se conocieran. Lo que sĂ­ todos sabĂ­an es que habĂ­a trabajado como enfermero en la salita de primeros auxilios de Dennehy. También que contaba con oscuros antecedentes: abusó, fotografió y filmó pelĂ­culas pornográficas con al menos dos hermanas de 11 y 17 años, que ahora son adultas. Una de ellas era la esposa de Villegas y la otra su cuñada.

Era el propio Arce quien contaba y mostraba esas filmaciones a sus amigos y a muchos poderosos de las ciudades vecinas de Bragado, Carlos Casares, Chivilcoy, BolĂ­var, Pehuajó y 25 de Mayo. Siempre andaba armado y exhibiendo su revólver con actitud de matón.

Según las declaraciones, Arce -al igual que otros vecinos-, también habĂ­a mantenido relaciones extramatrimoniales con la mujer de Villegas. Tal era la fama de Lorena Valbuzzi en Dennehy que los jueces llegaron a decir que “podĂ­an ser sospechosos los 42 hombres en estado sexual activo del pueblo”.


Clemente Villegas (32) fue acusado del crimen de Palacios, quien mantenĂ­a una relación extramatrimonial con su mujer

La conmoción por esos dichos fue tal, que las burlas desacreditando el crimen no tardaron en llegar. “Si un hombre celoso de Lorena quisiera acabar con sus infidelidades deberĂ­a dejar sin varones a Dennehy”, comentaban los pueblerinos abiertamente.

Villegas era consciente de ello pero a él no le importaba y salió a defenderla ante los medios locales: “De mi mujer podrán decir cualquier cosa, pero a mĂ­ me hace feliz. Será cualquier cosa, pero yo la quiero con locura”.

Pero lo más increĂ­ble aún estaba por ocurrir y todas aquellas personas que se reĂ­an de Lorena también quedarĂ­an involucradas indirectamente en la investigación judicial.

El juicio oral contra Clemente Villegas, acusado de “homicidio agravado por alevosĂ­a”, se llevó a cabo el 3, 4 y 5 de diciembre de 2017 en el Tribunal en lo Criminal N° 3 del Departamento Judicial de Mercedes.

Tras repasar más de 60 testimonios, el juez Eduardo CostĂ­a fue el encargado de leer el fallo que absolvió a Villegas. Aseguró que en ese pueblo “habĂ­a tantas infidelidades y tantos amores cruzados que cualquier ser humano sexualmente activo podĂ­a ser el asesino”.


La estación de trenes de Dennehy, en la mira de los vecinos. Muchos veĂ­an circular por allĂ­ a personas sospechosas que no eran del pueblo haciendo "entregas" (Miguel Ángel Leyes)

Esa sentencia, que fue aprobada por unanimidad por los otros dos jueces que integraban el Tribunal (Alejandro Caride y Ricardo MarfĂ­a), contenĂ­a una una perspectiva sexual inédita y de alto contenido erótico. Los tres magistrados estaban convencidos de que el crimen de Ángel Palacios se habĂ­a cometido en un pueblo de infidelidades masivas, al que describieron como “el de las francachelas sexuales”.

Y asĂ­ lo explicó el juez CostĂ­a: “Dennehy parece un villorrio rural más acorde a una casa de citas que con un solar de nuestras pampas”. La expresa inclusión de las costumbres sexuales de Dennehy en la sentencia judicial descolocó a todos los presentes y causó revuelo en todo el poblado, y luego se replicó en los medios de comunicación de todo el paĂ­s. El rostro del fiscal, incluso, fue de un asombro absoluto.

“Parafraseando a la tragedia de Shakespeare hubo en Dennehy varios Otelos, varias infieles Desdémonas y varios amantes Yagos. Para muchos de sus habitantes Dennehy era como un mitológico bosque griego en el que varios faunos y varias ninfas rurales concretaban clandestinamente u ostensiblemente sus encuentros amorosos, algunos fugaces y otros más duraderos”, ejemplificó el juez.

Fue asĂ­ como la justicia declaró inocente al único acusado pero no halló a ningún culpable. El crimen quedó sin resolver. Y mientras todos focalizaban en las repercusiones del escandaloso fallo, muy pocos se hicieron eco de unas declaraciones vertidas por Sandra Villegas, prima del peón absuelto, en el Semanario Extra de 9 de Julio.


Todas las calles de Dennehy son de tierra y la principal actividad en la zona es la ganaderĂ­a y la agricultura (Miguel Ángel Leyes)

En esa nota contaba que dos o tres meses antes del asesinato de Palacios, un camionero le habĂ­a dado al difunto un paquete con el que anduvo durante varios dĂ­as y una persona (se negó a revelar su nombre) de Dennehy le pidió que sacara ese paquete de ahĂ­ porque tenĂ­a un menor de edad, pero que ella no fue a declarar porque tenĂ­a miedo. Muchos hacĂ­an referencia a una misteriosa red mafiosa que utilizaba la estación de trenes para realizar sus “entregas”, aparentemente de drogas.

“Ángel (Palacios) andaba en otra cosa y querĂ­an taparlo. Andaba en algo raro porque lo han visto a las 2 o 3 de la mañana en medio de la oscuridad de un pueblo de 40 familias. ÂżQué hacĂ­a a esa hora? o recibĂ­a algo o lo iba a buscar. A Angelito lo callaron”, contó.

En esa misma lĂ­nea de pensamiento se expresó Raul Bracco, el entonces delegado municipal de Dennehy: “Yo creo que fue un ajusticiamiento y creo que el asesino no es del pueblo”.

Desacreditado el móvil del crimen pasional, todo volvió a foja cero y tendrĂ­a que haberse abierto una nueva investigación para dar con el culpable. Pero a pocos dĂ­as de cumplirse 15 años del hecho, la causa está prescripta y el crimen sigue impune. Y quizás haya sido el descrédito y la vergĂĽenza, que Dennehy -que oficialmente no se llama asĂ­ sino Marcelino Ugarte- haya perdido buena parte de su población: el último censo -cinco años después del asesinato- reveló que se habĂ­a ido el 48 por ciento de sus habitantes con respecto al anterior, hecho en el 2001. Solo quedaban 76.


Redes Sociales


Encuesta del dia

¿Creés que las reuniones de trabajo sirven para algo?